Cine Clasico

Adiós, Sabata

De: Gianfranco Parolini

México, 1867. Durante la revolución de Benito Juárez contra las tropas de Maximiliano de Austria, uno de los líderes del pueblo planea robar un cargamento de oro en poder del despiadado coronel Skimmel que servirá para financiar la revuelta. Para ello deciden contratar al hombre más adecuado para la empresa, un mercenario conocido por su puntería que responde al nombre de Sabata (Yul Brynner). Los protagonistas de debatirán entre ayudar a la Revolución o finalmente quedarse con el oro, cosa que desea el pícaro y nada confiable Ballentine (Dean Reed).

Aunque originalmente no fue planificada como una secuela de Sabata (1969) se convirtió en una cuando se vio el éxito que estaba teniendo la película protagonizada por Lee Van Cleef. Claro que el actor no trabaja en este film y lo reemplaza una estrella más importante aunque ya en su crepúsculo. El personaje de Yul Brynner se llamaba Indio Black pero durante el rodaje algunos actores le dicen Sabata, como se puede ver en el movimiento de los labios. Si Van Cleef no quiso hacer una secuela significa que ese fue el origen del proyecto, luego se desechó y finalmente se retomó. Como sea, Van Cleef volvería en 1971 para protagonizar El regreso de Sabata y cerrar así una insólita trilogía de western spaguetti.

Indio Black, sai che ti dico: Sei un gran figlio di… era el título original del film y eso aparece en la trama. El sentido del humor es obviamente el gran aliado de este western disparatado con personajes acrobáticos salidos de un circo más que del salvaje oeste. Uno de ellos, Septiembre (Sal Borgese) tiene una forma muy futbolera de disparar. Arroja proyectiles sobre un hueco en el empeine de su bota y luego, mediante un giro y una patada voladora, el proyectil sale de manera silenciosa, acertando siempre en el blanco. Ese es el nivel de locura de la película. El propio Brynner tiene un arma muy particular, una especie de rifle recortado con un cargador que le permite disparar a repetición, pero que en el último espacio guarda un cigarro en lugar de una bala. Toda la trilogía renuncia a la verosimilitud, incluso para los parámetros del eurowestern.

Brynner siempre fue un actor difícil, con un ego que solía traer más problemas que otra cosa y su vínculo con Dean Reed, alias el El Elvis Rojo, también fueron parte del anecdotario del film. Reed era abiertamente comunista, directamente fanático, y esto le producía furia a Brynner, nacido en Rusia, las peleas fueron constantes. Reed fue un actor y cantante muy conocido en Argentina, llegando a trabajar junto a Palito Ortega y Evangelina Salazar en Mi primera novia (1965). Ver a Reed y a Brynner en esta delirante película es tal vez lo más interesante. A pesar de las ideas locas, no se trata de un film bien filmado, son pocos los hallazgos visuales y la torpeza de los westerns italianos de aquellos años o resulta más molesta que rescatable.