Peliculas

Mujercitas

De: Greta Gerwig

Mujercitas es una de las novelas más populares de la literatura universal. Desde su publicación en 1868 ha sido un libro fundamental para generaciones y generaciones de lectores en todo el mundo. A pesar de ser una novela revolucionaria en su mirada sobre los personajes femeninos, con los años fue encasillada como una lectura para niñas y adolescentes, tratando de imponerle justamente lo contrario a lo que propone. Mientras que Louisa May Alcott cambia la representación de la mujer en la literatura juvenil, la literatura juvenil responde diciendo que es una novela para mujeres y punto. Un número incalculable de jóvenes se criaron soñando con estos personajes que se convirtieron en un modelo de conducta.

La respuesta a cuales fueron las consecuencias de la novela en la cultura se puede percibir claramente en la primera adaptación sonora que el cine hizo. Mujercitas (1933) de George Cukor tuvo en el papel de Jo nada menos que a Katharine Hepburn. La actriz comenzaba en ese momento su extensa carrera que quedaría para siempre asociada con mujeres del estilo que escribió Alcott. Hepburn se había criado en una casa moderna. Su madre, Katharine Martha Houghton Hepburn, fue una sufragista de enorme importancia en su momento, una persona que trabajó toda su vida no solo por el voto femenino, sino también por todas las causas feministas. El padre era médico abocado a la educación sexual. En esta familia se forjó esta Jo del siglo XX, cosa que demostró en todas sus películas, desde la década del 30 hasta el final del siglo. La película refleja perfectamente eso. Hasta la ambigüedad del final con una Jo no muy enamorada cumple con Alcott y le permite a Hepburn una nota rebelde final.

En la versión 2019 la realizadora Greta Gerwig intenta lo que cualquier cineasta con inquietudes haría: Darle al clásico su impronta personal, respetando y traicionando el texto en beneficio de su propia obra y agenda. Contrario a lo que se ha dicho, esta versión no es la primera dirigida por una mujer, ya la de 1994 había sido filmada por la australiana Gillian Armstrong y protagonizada por Winona Ryder, quien estaba en el mejor momento de su carrera en aquellos años. Gerwig decide construir un relato en diferentes tiempos, yendo y viniendo a lo largo de la historia, generando así varios golpes emotivos completamente innecesarios. Como en la versión de 1994, la directora cree necesario explicar cosas, subrayar, bajar línea, decir con palabras y no con imágenes. Basta comparar estas limitaciones con la versión de 1949. Esta adaptación, lujosa y en espectacular Technicolor, parece a primera vista una versión más liviana y optimista, producto del año en que se hizo también. Pero en una escena la madre, interpretada por Mary Astor, llega a la casa, cierra la puerta y en su rostro y su actitud se ve, de manera emocionante y profunda, todo el peso que ha cargado sobre sus hombros a lo largo de los años. En la versión del 2019 la madre debe sentarse y contarle todo eso a su hija. Gerwig tiene cero confianza en la sutileza, en la ambigüedad. No cree en la inteligencia de los espectadores.

Con virtudes y defectos, se trata de una película entretenida, emocionante por momentos, con un elenco descomunal y comprometido con la historia. El agregado es que la vida de Jo como escritora cobra protagonismo y centralidad. Desde el comienzo y hasta el final, se muestra el proceso creativo y la negociación para publicar el libro. Es una idea muy usada en las últimas décadas y está bastante bien logrado. Para mi gusto lo que no queda tan bien es la ironía de mostrar las diferencias entre la ficción y realidad. Esta burla a las concesiones del mercado coloca a esta versión de Mujercitas es un lugar moderno bien al gusto de los tiempos que corren. El feminismo no nació en el 2019, mal que le pese a la directora de esta película. Noventa años atrás se podían tratar los mismos temas y darle un ritmo y un estilo cinematográfico tan complejo o igual de interesante. Pero como mirada novedosa sobre un clásico vale la pena y es interesante.