Cine Clasico

Oliver Twist (1948)

De: David Lean

Oliver Twist, la más popular de las novelas de Charles Dickens ha sido también la favorita del cine. Docenas de versiones, incluyendo a algunas que ya son clásicos, lo demuestran. Si acaso Charles Dickens fue una influencia capital en la creación del lenguaje del cine, como siempre lo declaró David W. Griffith, su obra marcó también a los más variados cineastas, desde Satyajit Ray hasta Steven Spielberg.

David Lean es uno de los nombres más grandes de toda la historia del cine británico. Su carrera, aunque no fue prolífica, tuvo un puñado de clásicos inmortales y algunas películas que merecen ser rescatadas del olvido. Cuando encaró su segunda adaptación de Dickens, Lean ya había realizado Grandes esperanzas (Great Expectations, 1946) con un enorme éxito. La reputación de David Lean crecería aún más con esta nueva película y con los años filmaría tres superproducciones que forjarían para siempre su popularidad: El puente sobre el río Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962) y Dr. Zhivago (1965).

En la escena inicial, la madre de Oliver Twist camina en la tormenta, en un comienzo que parece imitar el impacto inolvidable de Grandes esperanzas. Consigue llegar con vida a un hospicio, donde da a luz y muere, dejando un mensaje sólo a una persona, algo que volverá más adelante en la trama. Allí se criará Oliver Twist, cuyo nombre fue inventado por el celador del lugar. El talento de Dickens para los nombres merece un capítulo aparte, pero sigamos. Las primeras escenas del film son las clásicas que todos conocemos. El pedido de más comida que ya es la frase más famosa del libro, su paso como aprendiz de enterrador, su fuga y su encuentro con una banda de ladrones.

David Lean no fue tímido a la hora de la puesta en escena. Como un expresionismo tardío, todo está filmado con una intensidad y una belleza inolvidables. Sin entorpecer nunca lo narrativo, la película aprovecha decorados, personajes, y situaciones para lograr escenas extraordinarias. Verlas una vez es recordarlas para siempre. Consigue emocionar y aterrar por partes iguales. Personajes nobles y personajes siniestros se entrecruzan en este fresco que muestra todas las facetas humanas, desde lo más bajo a lo más sublime. Su versión de Oliver Twist es tan definitiva que incluso el final del libro es confundido con el de la película. Las demás versiones cinematográficas no pudieron hacer otra cosa más que imitar lo que hace David Lean acá.

El asesinato de Nancy en manos de Sykes sigue siendo uno de los momentos más escalofriantes que ha dado el cine. Todo el entramado del desenlace es terrible y David Lean, por suerte, se toma varias libertades que permiten que la película se eleve y cobre vida propia. Un final hitchcockiano en las alturas es un juego de palabras aceptable en lo que a elevar el film refiere. Pero la película también tiene nobleza, carece de resentimiento social y respeta perfectamente el espíritu del libro sin sentirse atado a él.

Pero la película también tiene una controversia que la acompañó desde siempre. El jefe de los ladrones, Fagin (interpretado magistralmente por Alec Guinness), fue considerado un estereotipo judío negativo y la película por lo tanto acusada de antisemita. El propio Charles Dickens recibió esas acusaciones de las que se defendió en su momento. Pero más de cien años después el personaje y el entorno hacían aún más fuerte este reclamo. El maquillador del film le avisó a David Lean que estaban exagerando mucho y el director le dijo que siguieran adelante. Hay muchos personajes horribles y miserables en la película, pero el más maquillado es Fagin. Esto se debe a que se basaron en las ilustraciones que hizo George Cruikshank para la edición original en 1839. Todas las obras teatrales y adaptaciones cinematográficas tomaron este modelo, incluso las de 1968 y 2005. No solo Fagin se basa en esas ilustraciones, pero este personaje es el villano más efectivo de la obra de Charles Dickens y Guinness está impecable. En Alemania la película generó una controversia terrible, imaginen que hablamos de 1948. Hubo manifestaciones frente al cine. En Israel la película fue prohibida por antisemita y en Egipto fue prohibida por ser demasiado amable con los judíos. Porque a pesar de todo, no olvidemos que se trata de un gran personaje. En Estados Unidos se estrenó tres años después y con varios minutos menos, para bajarle el tono. Pasó muchísimo tiempo antes de que pudieran ver la versión original.

Ninguna otra adaptación pudo competir con la de David Lean, aun cuando el musical ¡Oliver! (1968) ganó el Oscar y la versión del 2005 la dirigió Roman Polanski, con Ben Kingsley en el rol de Fagin. Lean logró imágenes tan poderosas que es imposible alejarse de ellas. Desde una mujer a punto de dar a luz caminando en una tormenta hasta un perro aterrado por la violencia de su amo asesinando a alguien, todo contribuye a grabarnos este Oliver Twist en nuestra memoria. Pero también ver a Mr. Bronlow, que sacó a Oliver de la calle, sufrir porque cree que el pequeño lo ha traicionado. Hasta los momentos más sencillos están cargados de humanidad. Una novela inmortal que tuvo una adaptación a su altura.