La filmografía de Bong Joon-ho en Corea del Sur le alcanza para entrar para siempre en la historia del cine. Barking Dogs Never Bite (2000), Memorias de un asesino (2003), The Host (2006) y Mother (2009) son un gran cuarteto de largometrajes que muestran la evolución del director, desde lo humilde a lo más sofisticado. Su occidentalización no fue total, por lo que Snowpiercer (2013) sigue manteniendo el espíritu del director con un agregado de elenco internacional. Okja (2017) es una película muy lavada, mucho más liviana, un respiro antes de Parásitos (2019) donde los premios internacionales le dieron, más allá del gusto cinéfilo, un espacio que nadie le podrá sacar. Literalmente hizo historia con esa película, exitosa y leal a su cine y su mundo. Por eso Mickey 17 (2025) es tan decepcionante.
Cuando los directores que no han nacido en Estados Unidos se acercan a reflexionar sobre ese país se meten al instante en un lugar peligroso. Sus metáforas y sus ironías pueden dejarlos en una posición muy ridícula. Esto empeora cuando los actores se dejan arrastrar por esta ola y terminan todos haciendo un papelón. Mickey 17 (Robert Pattinson) es un miembro de la tripulación prescindible enviado a un planeta helado para colonizarlo. Ha firmado, por su situación desesperada y porque es bastante tonto, una autorización para que cada vez que muera sea clonado al instante y regresado al trabajo al instante. Sometido a todo tipo de experimentos, el joven parece resignado, hasta que ocurre lo inesperado: lo da por perdido y muerte y lo clonan, por lo que el 17 se encuentra cara a cara con el Mickey 18. El tono humorístico de la trama, a años luz de películas serias como Groundhog Day (1993) o Edge of Tomorrow (2014), produce la primera confusión. Los actores occidentales dirigidos en tono satírico por un director oriental son una combinación fatal. Pero lo peor que la película tiene es el personaje de político corrupto y mesiánico: Kenneth Marshall (Mark Ruffalo en el peor trabajo de su carrera, lo que hoy en día no es poco decir) está construido como un Donald Trump del año 2054 y la referencia es tan obvia y vulgar que da pena verla. Los subrayados son ofensivos.
Pero no todo es malo en la película. Porque el ruido entre oriente y occidente no le impide a la historia tener momentos de osadía en esta dualidad entre los dos Mickey, un Jekyll y Hyde de clones. Y con el correr de los minutos se logra algo de corazón y fuerza, lo que estabiliza a la película aunque no logra salvarla. Bong Joon-ho es un gran director y su legado está asegurado, ahora resta esperar que retome lo mejor de su cine. En cuanto a los elencos, debería alejarse de los actores que se creen más inteligentes que los personajes y actúan editorializando la historia, todo lo contrario a lo que significa actuar bien.