Mamá, mamá, mamá es la ópera prima de Sol Berruezo Pichon-Rivière, realizadora que explora aquí el mundo de la infancia femenina. No es la primera película que aborda este tema y el aumento de realizadoras en el cine argentino de las últimas dos décadas a permitido un abordaje recurrente de estos universos.
La sinopsis del film es más narrativa que la película misma: “Un día de verano, una niña se ahoga en la pileta de su casa. Cleo, con sólo doce años afrontará la pérdida de su hermana en un mundo sin adultos y acompañada de sus tres primas que la adentrarán en su mundo femenino en ebullición. Cada niña estará sumergida en un micro universo particular; y en paralelo Cleo, marcada por la tragedia de su hermana, pero sin poder expresarlo”.
El cine industrial de género suele caer en lugares comunes, en particular porque parte de la idea del género, es decir de reglas reconocibles. Pero el cine argentino independiente, sin género, sin narrativa clásica, acumula tantos o más espacios repetidos, reglas no escritas y recursos agotados.
Como dato de color, la producción se jacta que la película fue realizada por un equipo íntegramente conformado por mujeres. No por cuestiones de feminismo, sino porque se logra, palabras de la directora, una comunidad de mayor confianza. Bueno, con un equipo de mujeres no lograron hacer una película diferente a la que podrían haber hecho con un equipo mixto, al menos en lo que se refiere a los méritos artísticos. Pero alimentar un poco la discriminación es una de las novedades este mundo actual.
La película atrasa veinte años en todo lo demás. Sin restarle méritos a una buena calidad técnica y varios planos de indudable belleza. Las protagonistas adolecen también de la enciclopedia del cine independiente contemporáneo.