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Camaleón: El pasado no cambia

De: Marcel Guerty

Camaleón: el pasado no cambia pudo haber sido una mala película, pero en los tiempos que corren, le pareció mejor convertirla en una mala miniserie. Al final quedó como una miniserie corta o una película larga dividida en varias partes. En cualquier caso, el resultado sigue el mismo. Se presenta como una especie de drama policial con elementos eróticos y termina siendo una serie de denuncia. Este proceso no la beneficia, al contrario, porque cuando quiere finalmente mostrar todo su juego ya es un poco tarde en el interés que la historia despierta. No es que engañe ni busque disfrazarse de lo contrario a lo que es para obtener más rédito, eso en todo caso le corresponde solo a la campaña publicitaria. Como se vende una serie no es culpa de sus realizadores y rápidamente queda en el olvido luego de su estreno.

Camaleón: el pasado no cambia, narra la historia de Sabrina (Eugenia Suárez), una periodista que un día se reencuentra con Salvador Carvallo (Pablo Echarri), un encumbrado artista plástico, viejo amigo de su madre, y a quien conoció durante su adolescencia. Este nuevo cruce con él trastoca la vida de Sabrina, quien tiene un trabajo y una familia que le permite llevar una vida feliz. Al instante todo su mundo se derrumba, cuando recuerda que a los 16 años fue víctima de abuso sexual de Salvador que él intento disfrazar de romance y en la actualidad ella teme que otros chicas pasen por lo mismo. A pesar de lo traumático del encuentro, ella debería decidir si se desmorona por completo o si se encarga de detener al monstruo que la dañó en el pasado.

Hay actores buenos y actores malos y hay muchos matices de subjetividad que nos llevan a querer más o menos a algunos de ellos. No todo el mundo se pone de acuerdo en esas cosas, más allá de algunos consensos que nunca son absolutamente unánimes. Pero lo de Eugenia China Suárez y Pablo Echarri se sale de rango. Todo el interés que los que escribieron el guión pusieron, se reduce a cero cuando ella nos intenta convencer de que es una periodista. Los actores invisibles actúan sin que nadie sienta que están actuando y los más histriónicos funcionan haciendo un show, pero la pareja central de esta serie es un campo magnético que nos impide pasar más de un segundo creyendo lo que estamos viendo. Un domo de malas actuaciones es el enemigo insalvable de esta miniserie. No es algo nuevo y hasta hoy es un misterio porqué, más allá de la popularidad de Suárez, los eligen para una serie como esta.

Los secundarios hacen un esfuerzo mayor con resultados mucho más aceptables y las honestas buenas intenciones del relato se pierden antes de empezar. Hay una premisa acerca de los abusadores que disfrazan su delito de romance y el tema es tratado abiertamente recién al final, por lo que más allá de los chistes, es verdad que esta mala miniserie podría haber sido una mala película. Incluso menos mala que la miniserie. Los actores están al servicio del resultado final, hasta que de tan malos no permiten ver otra cosa. La temática no logra impactar como debería y el camino al infierno, se sabe, está plagado de buenas intenciones.