Series

El eternauta

De: Bruno Stagnaro

El Eternauta es una historieta argentina publicada originalmente entre 1957 y 1959 en el Suplemento semanal Hora Cero. Esta obra de ciencia ficción tiene guión de Héctor Germán Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López. Luego de su éxito inicial, su fama fue creciendo y se realizaron muchas secuelas, pero es la historia original la que es conocida por los lectores y la más venerada. Durante muchas décadas diferentes generaciones volvieron sobre este texto una y otra vez, cada una de ellas con su interpretación, pero principalmente disfrutando de la aventura y los tópicos del género. Su aura mítica entró en una nueva etapa a partir de los diferentes proyectos por llevarla a la pantalla. Adolfo Aristarain fue uno de los nombres que dieron vuelta alrededor de esa adaptación, pero Lucrecia Martel fue la que llegó más lejos con el plan. Ninguno de ellos concretó la realización. Había muchos problemas para convertir a El Eternauta en una película y una serie, posiblemente el más serio era el presupuesto. ¿Cómo hacer una versión de la espectacular historieta en un país dónde esa clase de grandes producciones no existen? La era digital emparejó la chances y terminó siendo Netflix quién terminó convirtiendo en realidad la tan ansiada adaptación. En el medio pasó mucha agua bajo el puente, pero a la hora de disfrutar de la miniserie, esa es realmente agua pasada. Seis episodios marcan el final de una espera de décadas. La producción está a cargo de K & S Films (Hugo Sigman), el guión es de Bruno Stagnaro y Ariel Staltari y la dirección de Bruno Stagnaro, co-director de Pizza, birra, faso y creador de la serie Okupas. Todos los proyectos previos y especulaciones llegaron a su fin. Para Stagnaro también es un proyecto soñado durante muchos años y esta versión Netflix pudo haberse estrenado un lustro atrás, aunque la pandemia, irónicamente, postergó todo.

Adaptación de una obra de culto esperada por años y tocada por apropiaciones partidistas, los espectadores argentinos son los más interesados por la serie y al mismo tiempo los que tienen más problemas para disfrutarla de forma espontánea. Como cuando Takeshi Kitano pasó de ser cómico y conductor de programas de entretenimiento a ser un genio del cine y fueron los japoneses los más desconfiados antes de aprobarlo. Años atrás, cuando se estrenó El secreto de sus ojos (2009) de Juan José Campanella, el éxito descomunal en Argentina fue acompañado por las dudas acerca de sí los espectadores de otros países iban a entender el contexto político y el humor de la película. El Oscar y el estreno en todo el mundo demostraron que la competencia cultural es un beneficio pero también una limitante. De El secreto de sus ojos es posible que el mundo no haya captado todo, pero la trama policial y el melodrama romántico eran universales. El Eternauta no tiene fronteras y aunque también tiene elementos que muy locales estos no impiden que la trama, los temas y el género funcionen para cualquiera. Cada uno puede ver la serie como quiera, pero la forma más profunda es verla como se ven las series del resto del mundo, sin tantos prejuicios, para bien o para mal. Luego cada uno puede disfrutarla o no. Pero ojo, la serie está plagada de elementos que refieren a nuestra historia, desde la Guerra de Malvinas de forma directa a la Tragedia de Once de manera más sutil, por citar dos casos. Eso pasa con casi todas las series del mundo, salvo que cuando son lejanas no nos enteramos con tanta precisión.

El Eternauta es una historia de ciencia ficción y aventuras que relata una extraña invasión a la Tierra. El ataque inicial, sin explicación, es una nevada tóxica que aniquila a la mayoría de la población. La serie está ambientada en Buenos Aires, donde un grupo de sobrevivientes, liderados por Juan Salvo (Ricardo Darín), intenta primero resolver cómo sobrevivir y luego resistirse frente al ataque de los aliens. Es una clásica historia de ciencia ficción, cuya iconografía es previa a la historieta y por supuesto también es posterior. La aventura y la ciencia ficción se dan la mano, como en las series de zombis al estilo The Walking Dead y The Last of Us, para mostrar algunas de las muchas ramificaciones de las narraciones de un mundo post apocalíptico. Las series de invasiones alienígenas, como The Falling Skies, también pertenecen al mismo universo. Quienes no conozcan la historieta de 1957 seguramente verán a El Eternauta como una derivada de esas series y no algo de origen anterior. Pero atención, de la misma forma que Oesterheld y Solano López la ambientaron en el presente, Stagnaro decidió hacer lo mismo. Había que tomar decisiones y se tomaron.

El primer gran elogio que hay que hacer es que no hubo timidez a la hora de la adaptación. Como siempre, un trabajo comparativo entre historieta y serie es divertido de hacer, pero también es algo irrelevante. Los expertos en cómics tienen otras obras argentinas en mayor estima que El Eternauta y la fidelidad al original hubiera sido un callejón sin salida. Leída hoy, la historieta resulta muy discursiva, con una cantidad enorme de texto y muchas repeticiones. Claro, con una idea excelentemente planteada y un gran final, además de muchas buenas escenas. Es posible que los lectores recuerden con pasión esas primeras páginas, absolutamente inolvidables. La escena inicial de El Eternauta nos golpea fuerte a los que conocemos la historieta y nos avisa del cambio de época. Los que esperan fidelidad se despiertan de golpe, pero no deben sentirse expulsados, sino más bien liberados. Es la versión de Bruno Stagnaro de la historia. No estamos muy acostumbrados, pero Oesterheld y Solano López nos mostraron que puede haber una invasión alienígena en Argentina, con nuestras costumbres y nuestras características, además de lugares conocidos por todos.

No hay duda alguna de que el creador de Pizza, birra, faso y Okupas está detrás de esta serie. ¿Cómo hubiera sido la serie dirigida por Aristarain o Martel? Aportarle identidad es un gran logro. Como toda serie post apocalíptica están los conflictos de los grupos, las traiciones, las hermandades, la confianza, la solidaridad, el heroísmo, todos esos temas recurrentes en el género. La mano firme del director y su estilo se ve en los primeros episodios y los personajes son los que conforman la sociedad argentina del 2025, no de 1957. La pandemia sobrevuela todo, inevitablemente, pero la adaptación comenzó antes del 2020, con lo cual un evento mundial se metió en la cancha de forma inesperada. Pero una vez más, la aventura del hombre común es lo que se impone. En ese aspecto la referencia más concreta parece ser el cine de John Carpenter y por extensión el de Howard Hawks. Cuando se estrenó la historieta las películas eran como la de Howard Hawks y décadas más tarde se habían convertido en el cine -más pesimista- de John Carpenter. Apenas terminé de ver El Eternauta vi Escape de Nueva York (1980) y luego Escape de Los Ángeles (1996), ambas de Carpenter. En El Eternauta la tecnología digital se vuelve obsoleta y se recupera la era analógica, pero no es intencional, sino producto de la invasión. También recuerda a Guerra de los mundos, de Steven Spielberg, adaptación del gran clásico de la ciencia ficción escrito por H. G. Wells.

La serie tiene los ritmos del género, generando expectativa, suspenso y, Stagnaro mediante, momentos claustrofóbicos bastante inquietantes. Es en el episodio 4 donde finalmente explota la trama y la serie alcanza su punto más alto. Es emocionante, divertida, atrapante. El viejo estilo del cine norteamericano bueno, con elementos también del western. No es que sean citas, sino que las escenas nos recuerdan a otras de grandes películas. Eso es más importante que una cita, es una similitud genuina. También queda claro en esa escena que El Eternauta podría durar mucho, pero mucho más. El legado de una de las obras de ciencia ficción más importantes de Argentina finalmente encontró una nueva vida.  Y en 1957 la televisión no realizaba series con el formato que tienen actualmente. Como una historieta, El Eternauta ahora podría durar varias temporadas. La escena final del episodio 6 hará gritar de emoción a los seguidores de la historia original. Y también es una buena noticia que finalmente se abra la puerta para los géneros, algo que las ficciones nacionales no se animaban a hacer tan frecuentemente.