La lluvia del diablo (The Devil’s Rain, 1975) es una película de horror satánico atractiva tanto por su director como por su elenco, además de formar parte del furor de este sub género iniciado con El bebé de Rosemary (1968) y continuado por El exorcista (1973), entre muchos otros títulos. En la época colonial, un sacerdote satanista es condenado por su comunidad en New England. Jonathan Corbis (Ernest Borgnine) es el sacerdote, quien luego de haber sido quemado vivo regresa para vengarse de los descendientes de aquellos que lo mataron. Corbis persigue a la familia Preston y desea esclavizar a todos en su comunidad mediante un libro satánico en el cual figuran todos aquellos que le han vendido el alma al diablo. La familia Preston está formada por Mrs. Emma Preston (Ida Lupino), Mark Preston (William Shatner), Tom Preston (Tom Skerritt) y Julie Preston (Joan Prather). La familia tendrá la ayuda de un psíquico, el Dr. Sam Richards (Eddie Albert). Si este elenco gigante no fuera suficiente, también trabajan Keenan Wynn, como el sheriff Owens y, debutante en cine, John Travolta, como uno de los miembros de la secta satánica de Corbis.
El director de la película es Robert Fuest, uno de los que participó activamente de la primera temporada de la serie de culto Los vengadores, dirigiendo siete episodios, pero que se volvió definitivamente famoso al dirigir a Vincent Price en los dos legendarios largometrajes del Dr. Phibes. La película de ciencia ficción The Final Programme (1973) también fue bien recibida y fue su último trabajo antes de filmar La lluvia del diablo, coproducción entre Estados Unidos y México. La mala recepción de esta película lo condenaría a la televisión por casi la totalidad de su carrera. Tampoco pudo disfrutar de charlar con las grandes leyendas del cine con las que trabajó aquí, porque el rodaje fue intenso y a toda velocidad. John Travolta, completamente novato, no tiene un buen recuerdo de la película y Ernest Borgnine afirmó años más tarde que nunca le pagaron su sueldo y que la película había sido financiada con plata de la mafia.
Toda la locura de la obra previa de Robert Fuest no aparece y aunque los actores ponen mucho ímpetu el guión no solo parece algo usado, sino que tampoco tiene la cohesión necesaria para mantener el interés de una punta a otra. Lo más intenso de todo es el maquillaje y los efectos, obviamente casi todos hechos en rodaje. Los rostros que se derriten y la caracterización de Borgnine en los momentos culminantes son lo único que colaboraría a hacer de La lluvia del diablo una película de culto sobre la cual regresar una y otra vez. No es tan divertida como para hacer eso. Los muchos incidentes raros ocurridos en el rodaje hicieron que Ernest Borgnine decidiera nunca más trabajar en esta clase de films alrededor del satanismo. El dato de color final es que como consultor técnico aparece en los título de inicio Anton Szandor Lavey, Sumo Sacerdote de la Iglesia de Satanás, quién además interpreta un pequeño papel. Nada más que agregar.