Peliculas

AGENTE SALT

De: Phillip Noyce

LO PERSONAL POR ENCIMA DE LO GLOBAL

Para la historia del cine La Guerra fría fue algo más que un período histórico que marcó al planeta a partir de la lucha entre dos grandes potencias. Estados Unidos y la Unión Soviética no solo modificaron el curso de la historia, sino que además generaron una gran cantidad de películas que tomaron este período como centro para sus tramas de espionaje, acción y suspenso. Hay muchos títulos cinematográficos con ese marco, muchos de ellos han sido muy buenos, por cierto. Porque tanto el estado de paranoia que la Guerra fría proponía como la lucha entre espías resultaban sin duda temas atractivos para las narraciones cinematográficas. Desde las más oscuras y serias a las más cómicas y paródicas, el cine tuvo muchas oportunidades para sacar provecho de este período histórico a punto tal que incluso después de terminada, la Guerra fría es aun un tema para volver a tratar en el cine. Sin embargo, en Agente Salt el principal conflicto -y lo que la debilita desde su origen- es intentar generar en el espectador una desconfianza equivalente a la de aquel período de la Guerra fría. Conseguir tal cosa no es sencillo de lograr y los caminos elegidos por el film fracasan. Si años atrás películas –para dar un ejemplo- como la versión original de El embajador del miedo hacían de la exageración su estilo, en Agente Salt la exageración no está equilibrada con un mínimo de autoconciencia y esto traba todo el guión y, por ende, la película. Con mucha solemnidad pretenden mostrar una Unión Soviética que tenía planes con un nivel de maldad que hoy no alcanza para conmover al espectador. Y mucho menos la posibilidad de que Rusia y Estados Unidos puedan volver a entrar en una guerra atómica. Quizás un guión mejor armado podría habernos hecho creer lo increíble, pero la película no logra llegarnos al nivel de inquietud que corresponde. Tal vez, si se hubieran concentrado en hacer, como siempre ha soñado Angelina Jolie, un film de James Bond protagonizado por una mujer, sin duda lo hubieran logrado. Porque la actuación de Angelina Jolie en las escenas de acción es más convincente que la de todos los Bond juntos. Incluso la historia de amor podría haber funcionado, sin embargo, acá no está puesta sino para permitir que la trama vaya hacia un terreno seguro y se reencause. Delata, esa historia, algo muy común en el cine industrial: qué más allá de las causas nobles o de los actos ruines, más allá de la política internacional y los grandes hechos históricos, están las personas. El cine industrial se construyó con la identificación en primera persona y en eso radica su directo sistema de empatía con los espectadores. Los disparates y contradicciones ideológicas de un film quedan de lado siempre y cuando alguien sufra y ese alguien tenga nombre y sentimientos. Lo que el viento se llevó, Casablanca, Doctor Zhivago, Reds, Imperio del sol o cualquier film con un gran marco histórico llega mucho más a los espectadores a partir de la identificación, a partir de la primera persona, de un rostro identificable siempre. Este rostro acá es la agente Salt y la interpreta Angelina Jolie. Tan fuerte es su presencia cinematográfica que incluso las más fuertes arbitrariedades dramáticas pueden dejarse de lado a partir de comprender su sufrimiento. Si hubieran centrado la historia en este conflicto y si hubieran tomado el resto de los temas con mayor sentido del humor tal vez la película hubiera funcionado mejor. Pero las locuras ideológicas que plantea son expresadas con una seriedad muy poco acorde con el planteo. Lamentablemente, si lo personal en el cine de Hollywood nos permite conectar con lo global, acá lo global nos impide conectar como corresponde con lo personal. Solo cuando Jolie toma las riendas del asunto y simplemente despliega su talento actoral para el cine de acción es cuando Agente Salt encuentra su mejor forma y consigue interesarnos genuinamente.