Peliculas

AVATAR

De: James Cameron

DE RITOS, ARQUETIPOS Y SALVACIÓN

“Incluso se le ocurrió que la distinción entre la historia y la mitología podía no tener sentido fuera de los límites de la Tierra”.
C.S. Lewis , Más allá del planeta silencioso.

1) En el principio fue David W. Griffith; ahora, en el final, es la autoconciencia de James Cameron. Eso es el cine y esos nombres representan sus dos extremos temporales. La tendencia estética que el primero le impuso al mundo occidental moderno -y que selló a fuego, y para siempre, la condición polémica del cine para con su época- se percibe viva, latente y obrante en el nuevo film del segundo. Y así como el padre fundador se servía de un invento mecánico-industrial para contraponerse a las tendencias mentales y espirituales imperantes, Cameron utilizada la tecnología más avanzada y sofisticada para imaginar una civilización a partir de la cual mira y juzga a la suya. Claro que lo hace por medio de un relato fantástico y épico.

2) Podríamos decir que las ideas que fluyen detrás de las impactantes imágenes de Avatar (ya sea en 3-D o no) surgen justamente de contraponer a la “civilización humana” que llega al Pandora con la originaria de ese planeta: la de los los Na’vi. Mientras que una es materialista, inmanente, crasamente histórica, y se rige según los intereses de la explotación capitalista, la otra vive en un constante sentido de trascendencia, según una tradición que se mantiene a partir de repeticiones rituales. Todo esto deriva en algo fundamental: el hecho de que los Na’vi reconocen y adoran a un Dios creador o Diosa creadora (es lo mismo) de todo lo que es en su planeta, ellos mismos incluidos. Y a partir de esa fe viven una realidad absoluta: o sea, poseen una cosmovisión que ordena el universo. En cambio, los invasores, que representan el futuro de una humanidad occidental postcristiana, pretendidamente secular, es dispersa: por un lado los representantes empresariales sólo quieren conseguir lo antes posible el producto deseado (un mineral), los militares son simples mercenarios y carecen de un fin trascendente por el cual usar sus fuerzas y por lo tanto son incapaces de alcanzar lo heroico; finalmente están los científicos, que en su afán por conocer todo lo nuevo que ante ellos se les presenta entran en conflicto con los intereses de la compañía explotadora. Los humanos que llegan carecen de una cosmovisión, de un orden.

Esta civilización que Cameron imaginó, lejos está de ser un delirio new age, o cualquier cosa por el estilo, sino que responde a arquetipos tradicionales. Por ejemplo una lectura de las obras del sabio Mircea Eliade serviría para fundamentar esta afirmación. Pero veamos algunas características de los Na’vi que son similares a las de las sociedades humanas tradicionales.

Estos seres originarios de Pandora están totalmente ritualizados. Por ello todos y cada uno de sus actos están en función de algo superior, trascendente. Por ejemplo, el cazador no sólo tiene que ser certero con su arco y flecha para lograr una “muerte limpia”, sino que además, en el momento de la muerte del animal, debe decir unas palabras consagratorias en las que se menciona a Eywa (la Diosa creadora y dadora de bienes). Agregamos que un cazador es considerado como tal una vez que puede dar lugar a una muerte limpia, como bien le dice a Jakesully (el protagonista) su iniciadora y luego pareja Neytiri. Este hecho es en realidad uno de los varios pasos que el protagonista debe dar para poder formar parte del clan. Recordemos que en su primer encuentro, Neytiri estuvo a punto de matar a Jakesully (un invasor) pero una señal divina (la aparición de una semilla de un árbol sagrado) la hizo volver tras sus pasos. A partir de ello, y luego de que intervengan el líder del clan y la chamán y analicen lo contado por la cazadora, ésta quedará designada como la guía de Jakesully, para que él pueda formarse como Na’vi. Así, el protagonista y futuro héroe de la historia irá pasando una por una las pruebas necesarias. Además de aprender a cazar según la tradición, deberá también dominar un animal parecido a un caballo y luego a otro volador, feroz y bestial. Aquí tenemos otro elemento arquetípico tradicional: el paso iniciático que implica el imponerse sobre una bestia. Todo esto, reiteramos, es, ni más ni menos, que una serie de pasos rituales que repiten arquetipos, que actualizan una tradición, que fueron establecidos por los antepasados desde tiempos inmemoriales (desde “las primeras canciones” diría Neytiri) y por ellos se trata de una realidad sagrada. Jakesully completará estas pruebas, logrará dominar y volar sobre la bestia, aprenderá a cazar como un experto, conocerá el bosque y así logrará ser aceptado como uno más del clan. Finalmente esto dará lugar al ritual final de la iniciación, cuando es consagrado como un Na’vi más (bellísima y gráfica imagen la de la red de seres que se encadenan en ese momento de consagración). A partir de ahí, Jakesully pasará a ser otro.

Hay un paso más en ese derrotero de Jakesully que no hemos apuntada aún: el momento del acto sexual y su unión con Neytiri. Este se da una vez que el protagonista ya superó todas las pruebas, y por lo tanto está en condiciones de elegir una mujer. Otra vez la cosmovisión de la civilización de Pandora: la cópula, la unión entre el hombre y la mujer es también un paso ritual, y tal unión se da ante Eywa, algo que también será dicho por Neytiri.

3) Un tema fundamental en la película, y sobre el cual se han hecho ya varias especulaciones es el de la relación entre los Na’vi y su medio ambiente. Habrá que ser cuidadoso el respecto y no apresurarse a sacar conclusiones erradas, como decir que en Avatar hay un simple mensaje ecologista. Cameron, en todo caso, va más allá. Los Na’vi ven todo lo que los rodea como sagrado porque ha sido creado por Eywa, y no porque caigan en un romanticismo de la naturaleza (tampoco en el panteísmo). Si el medio ambiente no debe ser destruido, ni explotado es porque ello fue hecho por la Diosa creadora. Está visión de los Na’vi es muy diferente a nuestro ecologismo progresista, que abolió toda idea de verdadera trascendencia. Los Na’vi no son ecologistas: son una civilización que rinde culto a su Diosa y la Creación (aquí es bueno recordar algo que ya mencionamos: los habitantes de Pandora cazan animales para alimentarse, no son vegetarianos ni padecen de ningún otro trance culposo para con la naturaleza que compense la falta de un sentido trascendente de la vida ya que viven lo cultual de manera constante, y la cacería forma parte de ello y se acepta su necesidad trágica).

Siguiendo sobre este punto sería bueno destacar un pequeño detalle, una pista, que Cameron nos da para que entendamos que lo suyo no es mero ecologismo. El personaje que interpreta Sigourney Weaver (Grace Augustine), la científica humana que está enfrentada con la compañía explotadora, fuma todo el tiempo. Y de hecho sus primeras palabras son para reclamar un cigarrillo. Justamente uno de los personajes más heroicos del film, que no sólo muestra interés por Pandora y los Na’vi sino que también dará su vida para defenderlos, tiene como hábito una de las acciones sobre las cuales más ha caído el progresismo ecologista. Cameron y Avatar no tienen nada que ver con ello.

4) Decíamos al principio que a partir de la creación de una civilización de características arcaica, Cameron mira y juzga al hombre moderno que cree haber creado una realidad inmanente. Pero además, esa civilización representa, simbólicamente, aquello que el hombre aún puede alcanzar si está dispuesto a tomar el camino de la salvación. Si esto es así, entonces el héroe del relato tiene que ser, fatalmente, aquel que es capaz de seguir ese camino. Y ese es Jake Sully, quien renacerá luego en Pandora como Jakesully. Por eso todo Avatar es un viaje iniciático aún mayor, más amplio, que aquel que describíamos algunos párrafos atrás. Lo que antes comentábamos eran los pasos iniciáticos que tiene que llevar adelante el avatar que controla -desde una máquina- Jake. Pero en la totalidad de la película eso es solo una parte, ya que Jake cumple con una iniciación mayor -ontológica, espiritual- que lo termina convirtiendo en un héroe que reactualiza un mito sagrado de los Na’vi y que los conduce a la liberación del enemigo. Para ello, poco a poco, habrá dejado atrás todas las taras humanas con las que cargaba, y así, el último acto es el de abandonar definitivamente su cuerpo humano. A partir de ese momento, ya no necesitará de una conexión artificial para vivir en Pandora, sino que, una vez consagrado a Eywa, tendrá un nuevo nacimiento como ser completo (y así lo filma Cameron). Pilar fundamental del imaginario cinematográfico, el camino del héroe es en definitiva lo que signa todo el andamiaje narrativo de Avatar.

5) Quedan muchísimos puntos por ver, analizar, profundizar. Entre ellos podemos mencionar los símbolos tradicionales que aparecen en el film (por ejemplo, los árboles como centro del mundo, como verticalidad), también el papel de los científicos, quienes no pretenden otra cosa más que comprender la Creación, o sea poner en términos dados por la ciencia aquello creado por Eywa (aquí podríamos pensar en la obra del Padre Teilhard de Chardin); también en el sentido cristiano del relato, que a diferencia de otros films de Cameron donde esto era más transparente (Terminator, Titanic, Aliens), aquí parece estar más encriptado. Sobre esto último nos permitimos destacar un detalle fundamental: el nombre Grace (Gracia) Augustine (Agustín), que nos lleva a pensar, sin más, en San Agustín, a quien se lo conoce también como el Doctor de la Gracia. Poniendo esto en perspectiva con las obras anteriores de Cameron, es imposible creer que dicho nombre es mera cuestión del azar.

Porque en realidad cuando un autor tiene características de genio, el azar tiende a cero. Y Avatar es otra muestra de ello.