Series

Desde adentro

De: Steven Moffat

Desde adentro tiene la rara cualidad, hoy algo perdida, de no saber si es o se hace. Juega tan al límite que pasa de lo brillante a lo excesivamente disparatado sin escala. Tiene unos golpes de efecto como para dejar de verla y al mismo tiempo no hay manera de abandonarla. Casi con enojo, uno quiere saber cómo salen del lugar donde se metieron. Es desesperante, divertida, tiene buenos actores y un sentido del humor de alto riesgo. Es más inteligente de lo que parece y definitivamente tiene estilo.

Su creador, Steven Moffat, sabe cómo sorprender, aunque también ha demostrado que a veces se pasa de rosca. Es uno de los grandes nombres de la televisión británica de las últimas décadas. No solo le ha dado nueva vida a la serie de culto Dr. Who, sino que también sacudió al mundo con Sherlock, una de las más originales y exitosas ficciones del siglo XXI. Ha hecho más cosas, pero con eso tiene para presentarse ante cualquiera.

Con Desde adentro no es fácil para el espectador dilucidar si se trata de un drama intenso, un policial, una comedia o todo eso junto y puesto al máximo. El exceso es la regla, incluso cuando simula no serlo, siempre es un disparate lo que pasa.  En Desde adentro hay dos lugares donde se desarrollan las acciones principales. Por un lado tenemos a un profesor de derecho, Jefferson Grieff, (Stanley Tucci), condenado a muerte y esperando la confirmación de la ejecución en una cárcel en Arizona y por el otro un vicario, Harry Watling (David Tennant), querido por su comunidad que vive con su esposa y su hijo en un pueblo en Inglaterra. Aunque parece imposible que sus historias se crucen, esto obviamente pasará. Será de una manera rocambolesca y divertida, siempre en el camino del exceso de guión. Puede que parezca raro hablar de diversión y humor cuando casi todo lo que ocurre en la historia es terrible, pero el mérito de la serie está en tratar temas terribles y ponerle una dosis de humor. Sin eso, la inverosimilitud de Desde adentro quedaría demasiado expuesta.

El profesor condenado a muerte está en esa situación por haber asesinado a su esposa, pero su condición de experto en criminología le permite resolver casos desde la cárcel, por lo que es muy solicitado. Lo acompaña un asesino serial con memoria fotográfica que tiene la capacidad de recordar todo lo que ocurre en todas las reuniones. Ambos son un dúo cómico que parece mezcla de Sherlock y Watson, con toques de Don Quijote y Sancho Panza y bastante de Hannibal Lecter. Y conociendo a Steven Moffat y su expresado amor por Jorge Luis Borges no sería raro que algo de esta serie se inspirara en parte en Seis problemas para don Isidro Parodi de H. Busto Domecq (seudónimo de Borges junto a Adolfo Bioy Casares). Si bien aquí el personaje es un criminal confeso, las similitudes no habría que desestimarlas.

La serie presenta a los dos condenados a muerte de forma simpática con buenos diálogos de comedia que incluyen la descripción de algún crimen del monstruo que acompaña al protagonista. No podemos pensar que es realista semejante situación y la puerta queda abierta para cualquier cosa. En cuanto al vicario, que es un personaje bueno y protector, una serie de equívocos imposibles lo coloca en la más absurda de las situaciones y todo se sale de control a una velocidad increíble. Del cielo al infierno sin escalas.

No hay que anticipar nada más de la trama. La conexión entre ambos es una joven periodista (Lydia West) que se ve involucrada en la historia muy a su pesar aunque al final quede completamente enganchada. La tensión es permanente y es difícil renunciar a la escena que sigue, porque aún a quien la miniserie pueda ser irritante necesitamos saber cómo termina.