Deseo de matar (Death Wish, 2018) dirigida por Eli Roth es la remake de El vengador anónimo (Death Wish, 1974) dirigida por Michael Winner. El protagonista de aquel film era Charles Bronson, un arquitecto que a partir del ataque que sufren su esposa y su hija sale a hacer justicia por manos propia en las convulsionadas calles de Nueva York de la década del setenta. Ahora el protagonista es un médico interpretado por Bruce Willis, un hombre que ha vivido cumpliendo siempre con la ley, salvando la vida de todos sus pacientes, sin importar lo que han hecho antes de llegar a la sala de emergencia. Pero cuando su esposa y su hija son atacadas y el crimen parece quedar impune, él sale por la calles de una peligrosa Chicago a realizar justicia por mano propio, dividiendo a la población que lo critica y lo festeja por partes iguales.
Deseo de matar no es un film político, no es un tratado sobre leyes ni un estudio sociológico. Es un film catártico del clásico género venganza. Criticarlo desde lo ideológico es como criticar a los héroes de capa y espada como Edmundo Dantes o a los héroes de Ciudad Gótica como Bruce Wayne. Algo está roto, el protagonista intenta arreglarlo porque las cosas se han desequilibrado. Como espectadores, no tenemos con él una identificación ideológica, sino cinematográfica. Nos gusta que el mundo funcione y nos gusta que el protagonista intente buscar esa seguridad que nos da el orden reestablecido. El director Eli Roth lo entiende, lo sabe, y ejecuta un film impecable gracias a eso. Nos libera de las cadenas de la corrección política, aun cuando el film es más prolijo y limpio que el de 1974 en muchos aspectos. Actualiza la trama, realiza todos los cambios correctos y nos otorga una fantástica película de acción, la mejor de Bruce Willis en muchos años. El guión de Joe Carnahan tiene concentración, claridad, no se pierde con tonterías y la película va todo el tiempo a donde tiene que ir. Todo lo contrario al cine de acción actual. Bruce Willis, sobrio y sombrío, consigue su mejor papel en años. Deseo de matar es la clase de cine que los tristes tiempos que corren parecían haber enterrado para siempre en el pasado. Por suerte no fue así. El plano final de la película muestra que se trata de un gran entretenimiento, sin vueltas ni pedidos de disculpas.