Cine Argentino

Diarios del encierro

De: Jeff Zorrilla

Jeff Zorrilla es un director norteamericano que que con un proyecto cinematográfico trunco, está viviendo en Buenos Aires junto a su pareja cuando empieza la cuarentena del Covid-19 en el año 2020. Con película de 16mm y químicos para revelarla, decide empezar a filmar durante más de un año todo lo que se le ocurre. Una mezcla de diario personal con cine experimental a la que luego va sumando los mensajes que se manda con otras personas.

Zorrilla tiene cierto talento para jugar con las imágenes pero es bastante básico intelectualmente. Primero se suma a la mentira del gobierno argentino y manifiesta que Argentina es uno de los mejores países en tratamiento de la pandemia. Luego, cuando la cuarentena argentina entra en crisis, su diario cinematográfico se interrumpe misteriosamente. Apenas esboza algunas dudas al pasar luego de un incomprensible bache en el rodaje. Es implacable contra Estados Unidos, su gobierno y su gente, lo que por otro lado es comprensible, ya que cada uno entiende mejor su país que los otros.

Sus bajadas de línea de escuela primaría incluyen diatribas contra el capitalismo bastante básicas. Pero desde el comienzo surge una pregunta que cualquier persona que haya sufrido la cuarentena argentina tiene que hacerse: ¿De qué viven el matrimonio rebelde que filma en 16mm durante todo ese encierro? La respuesta es escatimada durante casi todo el largometraje pero finalmente llega.

Cuando Zorrilla tiene la oportunidad de ir con su mujer a vacunarse a Estados Unidos lo hace al instante, sin mencionar nada de la vacuna en Argentina. Tendrá peleas con su padre, un hombre conservador, creyente del capitalismo con el cual él se pelea. Se pelea pero le acepta toda la plata que este le da. El misterio del cineasta bobo finalmente se revela y nuestras sospechas se confirman. Jóvenes no tan jóvenes en guerra contra el sistema pero mantenidos por sus padres no es algo exclusivo de Argentina. Jeff Zorrilla ya podría tener la ciudadanía, si sólo de eso se tratara. Pero su sensibilidad frente al sufrimiento de los argentinos es cero. No es capaz de pensar en el país en el que está viviendo ni un instante. Es un poco tonto, bastante hipócrita y finalmente muestra una ausencia total de empatía con el prójimo.