Peliculas

Elige o muere

De: Toby Meakins

Los fanáticos de los videojuegos viven esperando la película perfecta que logre insertar el mundo gamer en el cine. Elige o muere comienza con una promesa interesante. En la escena inicial Hal (Eddie Marsan) es un nerd adulto y fan de los videojuegos. Cuando recibe una copia de un juego de computadora interactivo de ficción llamado “CURS>R”, su vida sufrirá un giro drástico. El juego en cuestión es uno de esos con texto y opciones entre las cuales hay que elegir para poder pasar al siguiente nivel. Hal se divierte con el hallazgo, pero pronto descubre algo terrible: el juego sabe todo lo que pasa a su alrededor y las respuestas vienen acompañadas con consecuencias espantosas en el mundo real. Todo esto es solo el prólogo, lo mejor y peor está por venir.

La historia retoma unos meses después con una estudiante universitaria brillante, Kayla (Iola Evans), que trabaja haciendo limpiezas para pagarse los estudios. Ella también le proporciona tecnología a su amigo Isaac (Asa Butterfield), un experto en informática, quien a cambio la ayuda a aprender a codificar para que pueda adquirir las habilidades suficientes para mejorar en sus clases. Cuando Kayla se cruce con el antiguo juego, comprenderá de una manera violenta que tiene que elegir alguna de las opciones o morir. Su inteligencia y nervios de acero se pondrán a prueba cuando ella necesito resolver si existe una forma de escapar de esta trampa.  Elige o muere posee un encanto inicial basado en su mirada sobre los pioneros de los videojuegos, su estética, sus sonidos, sus limitaciones y, claro está, su contenido nostálgico.

La película está llena de guiños, citas y referencias, pero también consigue varias buenas escenas. Incluso aunque la mayoría de ellas no tienen mucho sentido, sí tienen la tensión necesaria. La premisa es buena, pero la trama no logra sostener hasta el final. Los minutos ocurren y los espectadores comienzan a preguntarse demasiadas cosas. Para sostenerse y ponerse a la moda, la película recurre a las historias personales y los horrores del mundo real. A su vez, va coqueteando con títulos como Pesadilla en lo profundo de la noche o La llamada.

La voz de Robert Englund confirma todas estas conexiones. Englund hace de sí mismo, para sellar toda la conexión con los ochenta. Hoy por hoy el actor es como uno de esos artistas que por un precio módico hacen presencias en celebraciones. Bueno, lo cierto es que el costo beneficio de tenerlo es alto.  Pero con él no alcanza, obviamente. Se empiezan a explicar cosas sin demasiado interés y la trama pierde fuerza. A mayor número de explicaciones, menos valor tiene la historia. Y como suele ocurrir en el género de terror, el último tercio es el que peor funciona. Algún día los videojuegos y el cine encontrarán su vínculo perfecto, pero no es lo que ocurre en esta ocasión.