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Escena del crimen: Desaparición en el hotel Cecil

De: Joe Berlinger

Escena del crimen: Desaparición en el hotel Cecil es una docuserie de cuatro episodios producida por Netflix que cuenta la historia de Elisa Lam y su misteriosa desaparición en el Cecil Hotel en el downtown de Los Ángeles, California. La estudiante canadiense desaparece en ese hotel en febrero del 2013 y la policía sube el único video disponible para identificarla: cuatro minutos en un ascensor del hotel donde ella actúa de forma extraña, como interactuando con alguien que nunca se ve. El video se viralizó y causó una obsesión en las redes, con personas que buscaron resolver el caso desde sus casas.

Las teorías se multiplicaron en diferentes direcciones. Desde la más pura investigación policial que buscaba respuestas con pruebas, a las teorías conspirativas que querían explicar un gran complot para esconder la verdad. Tampoco faltó la idea de una entidad sobrenatural que acosaba a la joven y un músico asesino obsesionado con la muerte. Todo esto dentro del hotel Cecil, que la serie convierte en un personaje más, un espacio con energía negativa metido en el lugar más peligroso de la ciudad, donde los marginados, adictos e incluso criminales, se sentían a gusto, según palabras de los entrevistados.

El primer episodio abre el juego demasiado, anunciando que la serie se va a extender más de lo necesario. A pesar de ser un documental, la deshonestidad de los realizadores en buscar engañar a los espectadores es su mayor herramienta. Esto es fácil de aceptar en el episodio uno pero resulta molesto en el episodio final. El marco de marginalidad que anuncia jamás tendrá un análisis serio, solo es un ingrediente para el misterio. Pero en ese capítulo inicial la serie hace una apuesta por lo sobrenatural. Con una desfachatez adorable, juego en ese comienzo la carta de lo inexplicable. Es un poco vulgar, hasta que cierra con el video completo de cuatro minutos en el ascensor. El documental se convierte en una historia de terror y la imagen le pone la piel de gallina a cualquier. Es el mejor momento de toda la serie.

Después aparecen como protagonistas los locos de internet, aquellos que abrieron canales, foros y desplegaron teorías acerca del caso. Desde lejos observan el caso y se lanzan a opinar sobre el tema. Pasando por alto cualquier pista que vaya en dirección contraria a sus prejuicios. Algunos son inteligentes, otros no lo son, algunos están abiertamente chiflados. En paralelo hablan los policías, la ex gerente del hotel, el empleado de mantenimiento y otros que se van sumando. La estética es la misma de todos los documentales Netflix. Pura rutina visual, una máquina de hacer documentales.

Como ocurre con prácticamente todos los productos de Netflix, la duración de cuatro episodios termina demostrando que la extensión del documental es excesiva. Pero además el cuarto episodio no debería haber existido. No solo pasa más de diez minutos repitiendo cosas que ya dijo, además entrega mucha información que solo aparece allí para demostrar que nos engañaron todo el tiempo. Absolutamente todo lo que había que saber para no perder tanto tiempo es escondido, alterando la cronología del relato incluso. Nos cuentan cosas que debíamos haber sabido antes, pero que hubieran complicado el interés. Pruebas que exponen la estupidez de los investigadores aficionados en las redes aparecen aquí, lo que cualquier documentalista honesto hubiera puesto al comienzo y no les habría dado un minuto más de cámara.

El capítulo inicial es el mejor, el truco de cierre es perfecto. Pero tres episodios de la mitad de duración alcanzaban y sobraban para contar historia. Alargar las historias, un vicio de la era del streaming, en particular de Netflix. Hay que dejar inmediatamente de ver una serie en cuanto delata su excesiva duración, casi nunca es un error hacerlo. Aun así, por respeto al espectador, acá no se cuenta como termina esta serie y cada uno sabrá si la quiere ver hasta el final.