Escuadrón 6 (6 Underground) es la nueva película de Michael Bay producida para Netflix. Cuenta la historia de un grupo de agentes que harán justicia por mano propia eliminando a un sangriento dictador. No trabajan para ningún gobierno ni obedecen a nadie, solo desean cambiar un poco el mundo para mejor. Para poder actuar, el líder del grupo finge su propia muerte a fin de tener libertad total de acción. Es un inventor brillante cuyo trabajo le ha permitido ser multimillonario y con ese dinero financiar sus absurdamente caras misiones. Recluta un equipo con las mismas condiciones: fingiendo la muerte de cada uno de ellos para poder operar en las sombras.
El grupo conformado por hombres y mujeres de diferentes nacionalidades lleva adelante esta primera misión, aunque queda claro que hay muchas más. A un costo de 150 millones de dólares por película es difícil saber si Netflix querrá financiar otras películas, pero por lo pronto se trata del segundo título más caro del streaming luego de los 175 millones de dólares de The Irishman.
Del dudoso gusto cinematográfico de Michael Bay no hay mucho que agregar. Exitoso como pocos y vacío como casi ninguno, su obra siempre ha sido grande, aparatosa y espectacular. En ese extraño espacio de ironía y trazo grueso, ha construido una obra capaz de mantener un poco de ambigüedad con respecto a su mirada. ¿Michael Bay se toma en serio sus historias o todo el tiempo se está burlando de la simpleza de su cine y los espectadores? La respuesta poco importa a quien sufra con sus ruidosos artefactos audiovisuales. Bad Boys, Armageddon, The Rock, Pearl Harbor y las películas de Transformers le han dado un nombre en la industria cinematográfica.
Acá la acción permanente y sin sentido tiene pocos espacios sensibleros como los que Bay gusta sumar a sus historias, pero desde el primer minuto queda claro que no se trata de una de sus obras más logradas. Por momentos parece buscar algo de la belleza del cine de Tony Scott, casi todo el film emula a la serie de títulos de Misión: Imposible. Pero no lo consigue. Ni belleza, ni entretenimiento, ni personajes que tengan el más mínimo valor o interés. El exceso de efectos digitales para prácticamente todo hace que la película se vea artificial y fea. Cara y barata a la vez. Con la libertad de ser bastante sangrienta por momentos aunque en promedio sea una película muy infantil. Lo raro es que a pesar de ser tan costosa muchas escenas parecen de película de bajo presupuesto. Las coreografías de acción tienen varios momentos muy berretas y apenas un par de momentos consiguen tener impacto. Una superproducción que parece hecha a las apuradas, sin rumbo y sin ganas.