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Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga

De: David Dobkin

La comedia es el único espacio liberado que podría estar quedando en el cine industrial norteamericano. Preocupados absolutamente por todo, los films más comerciales ya no saben cómo responder a las presiones ideológicas cada vez más exageradas y ridículas. Nada se puede hacer sin ofender a alguien. Will Ferrell sabe que la mejor forma es hacer comedias tan disparatadas y sorprendentes que para cuando alguien termina de reírse tal vez pueda intentar hacer una lectura política y cuando eso ocurra las posibilidades de insistir en la corrección política resulta ridículo. En el caso de Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga no será necesario hablar de ese punto, porque Will Ferrell y su gente no son tontos y pasan del insulto cultural a la más amplia diversidad sin que haya espacio para respirar. Esta debe ser la única película norteamericana que hace referencia a la homofobia rusa, un tema que el progresismo hollywoodense no parece mencionar nunca, solo para dar un ejemplo de las muchas cosas a las que el film se refiere.

Lars (Will Ferrell) y Sigrit (Rachel McAdams) son dos músicos islandeses que desde su infancia sueñan con representar a su país en el concurso musical más importante del mundo. No los conoce nadie, incluso en su país son desconocidos fuera de su pequeño pueblo pesquero llamado Húsavík. El padre de Lars, Erick Erickssong (Pierce Brosnan) desaprueba la carrera musical de su hijo, ya que sueña con que él tenga un trabajo típico del lugar y su familia, es decir pescador. Una serie de eventos inesperados generan que el imposible dúo musical termine obteniendo un espacio en Eurovisión y viaje a Edimburgo a la competencia. Todo indica que no están a la altura del desafío, pero como todos esperamos, algo sucederá en el camino que nos renueve nuestra esperanza de verlos victoriosos, aunque no parezca probable.

De Will Ferrell como actor, productor y guionista no hay nada nuevo para agregar. Ferrell es uno de los gigantes de la comedia del siglo XXI. Esta película lo confirma. La historia incluye de todo, empezando por la forma compleja en la que Ferrell arma personajes. Él hace un papel fiel a su estilo, Rachel McAdams es la protagonista femenina, pasando de la comedia slapstick a su inocente –pero no infundada- fe en los elfos, y al mismo tiempo una heroína de comedia romántica pura. Pierce Brosnan actúa como si el guión fuera un drama, lo que produce una forma de humor refinado y brillante. Lo que él hace no es lo mismo que hace Ferrell, que se toma todo en serio, pero su actuación tiene la gestualidad y el exceso de la comedia. Los actores secundarios son un show aparte, incluyendo los lujos de tener a Demi Lovato y al gran presentador televisivo Graham Norton.

La escena culminante de la película es el enorme número musical en la fiesta del festival. Un espacio luminoso, lleno de sorpresas, filmado de manera brillante. En ese momento, y en varios momentos del concurso, la película se aleja del Hollywood actual y se acerca más al cine de Bollywood. Puntualmente es notable como la película se parece a Happy New Year (2016) el gran film de la directora Farah Kahn y protagonizado por Shah Rukh Khan y Deepika Padukone, repitiendo la pareja de Om, Shanti, Om (2007) otro título con el cual Eurovision también tiene algunos momentos en común, incluyendo un gran número central con muchos cameos. Esta conexión no es casual, tanto el film de David Dobkin como los de Bollywood, abrevan en la tradición del musical espectacular y feliz del Hollywood clásico. Y en cuanto a festival Eurovisión, basta con ver algunas de las presentaciones recientes para ver que no son para nada sobrias.

Pero el truco de Festival de la Canción de Eurovisión es más complejo. La película es una comedia que entra y sale de la autoconciencia. Nos reímos porque Will Ferrell interpreta al clásico personaje que no entiende su entorno, se encapricha y actúa fuera de cualquier lógica o realidad. Pero a la vez terminamos emocionados con la historia y los personajes. Son ridículos, primitivos, disparatados, y al final de la historia terminan siendo más humanos que los protagonistas del cine realista que solemos ver en el cada vez más solemne y aterrado cine norteamericano. Hace comedia con los personajes, pero no se burla de los personajes. Sufren, sí, pero ya sabemos que más tarde o más temprano encontrarán una forma de ser felices. Si no es la mejor comedia de Will Ferrell, al menos es la mejor comedia de este año. Encontrar felicidad en estos tiempos difíciles para el mundo y para Hollywood es más que una rareza, es una victoria artística que merece ser justamente valorada.