Vidriera

Guerra Civil

De: Alex Garland

Civil War es la nueva película de Alex Garland, director mimado por la crítica y seguido por el público. Como ocurre con muchos directores, Garland parece estar buscando una línea de cine a priori más seria y este largometraje mezcla géneros cinematográficos con discurso político en dosis más o menos parejas. Sus antecedentes son ambiciosos y su deseo de crecer se ve genuino. Su relación con el terror le permite jugar con algunos tópicos de dicho género para una historia que va en otra dirección.

La historia es la de cuatro periodistas que atraviesan una parte de Estados Unidos para llegar a Washington antes de que el presidente actual, en ejercicio de su tercer mandato, sea destituido. La Guerra Civil del título alude justamente eso: Estados Unidos se ha sumergido en un conflicto interno donde las fuerzas que chocan ya no son norte y sur, sino un mapa más complejo donde estados conservadores y progresistas pertenecen a un mismo bando. La verdadera batalla es entre los leales al presidente y aquellos que buscan destituirlo.

Civil War muestra a un presidente que busca eternizarse en el poder, el gran conflicto del totalitarismo que muchos países han sufrido y sufren hoy en diferentes lugares del planeta y con distintos estilos. Estados Unidos, ejemplo de democracia, ha tenido muchos problemas, pero la idea de un líder que no acepta irse, no parecía ser uno de sus asuntos problemáticos. Todos los espectadores, en particular los norteamericanos, ven en esta fantasía una clara conexión con sus conflictos actuales y por ese motivo se apuran a identificar, al menos, al presidente. El actor que lo personifica es Nick Offerman, asociado generalmente con roles conservadores cómicos. Pero el deseo de muchos de que sea un republicano o Donald Trump, choca con las ambigüedades que la película se dedica a esparcir a lo largo de su trama. El nombre del presidente nunca se dice y tampoco se establece a qué partido político pertenece.

La escena posterior al prólogo con el presidente muestra la postura del relato. En medio de un levantamiento callejero, la protagonista, la fotógrafa estrella Lee (Kristen Dunst), su compañero de trabajo Joel (Wagner Moura) y una nueva reportera gráfica, Jessie (Cailee Spaeny) quedan en medio de la represión a los manifestantes cuando de golpe una joven que lleva un gran bandera norteamericana se lanza contra la barrera de manifestantes y policías llevando explosivos y se inmola matando tanto a unos como a otros. ¿A qué bando pertenece ella? No queda claro. ¿De qué va exactamente la manifestación y quién reprime? Tampoco se sabe a ciencia cierta. Los periodistas, que gozan de una supuesta inmunidad, no tienen bando y con el correr de los minutos quedará claro que tampoco les importa mucho quién gana o quién pierde, solo quiero llegar a su objetivo a como dé lugar. Ese es el verdadero conflicto de la película y no la Guerra Civil del título.

En su estructura general, Guerra Civil recuerda a Apocalypse Now y al relato que le da origen: El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Esta road movie tiene varios protagonistas que van en busca de un objetivo y que en el camino, como todo road movie, descubren su propia naturaleza. Los dos personajes femeninos tienen un camino opuesto. La veterana va de la frialdad profesional al humanismo y la novata pasa de la inocencia a convertirse en una máquina adicta a su tarea: tomar imágenes. Este debate moral que se pelea en el corazón de ambas, tiene un desenlace distinto que finalmente las une. La piedad de una la lleva al sacrificio y al mismo tiempo a la creación de un nuevo monstruo sin sentimientos. Pasa la antorcha a la nueva generación.

Los dos periodistas hombres son el mencionado Joe, adicto a la adrenalina y a cualquier cosa que le de euforia, y el otro es Sammy (Stephen McKinley Henderson) un veterano que no quiere quedarse sin una última aventura. Como el viejo Hawksiano de Río Bravo, Stumpy, él demuestra que no debe ser subestimado ni dejado atrás. También es su sacrificio heroico su último saludo en el escenario. A diferencia de la protagonista, él no tenía mucha esperanza de vida por delante. Su gesto le da una muerte noble que lo deja con la sensación del deber cumplido.

Este grupo de profesionales en peligro es una versión oscura del mundo festivo y vital de Howard Hawks y lo acerca un poco más a los adictos a la adrenalina de los personajes de Kathryn Bigelow. Point Break y sobre todo The Hurt Locker son los referentes más directos. También son los personajes de Twister (1996) y los periodistas de guerra de varias películas conocidas. La historia es sobre ellos, la Guerra Civil es una excusa, un gancho para hacer avanzar la trama. Esto puede tomarse como una gran virtud o como un posible engaño por parte del director, en cualquiera caso, elige un tema muy sensible para armar su relato.

Visualmente la película es muy impactante. Tiene varias escenas memorables que se graban en la memoria de cualquier espectador. Posee una violencia cruel y despiadada, así como también algunos momentos algo descuidados en pos de lograr que su discurso cierre de forma redonda. Sin embargo, y aún con esos detalles, el total del largometraje funciona. No le sirve a ninguna ideología de la misma forma que no lo hacen los protagonistas. Estos cuatro personajes, en particular las dos protagonistas, son también dos miradas sobre el arte y el periodismo. El que está dispuesto a todo y el que cree que existe algún tipo de ética en lo que hace. Garland trata de mirarlos a todos de forma ecuánime y ambas posturas parece depositar algo de fascinación. Civil War posee una imagen final que es una victoria amarga que no permite generar tranquilidad alguna en quien acaba de ver el largometraje. Jessie, que ha renacido de entre los muertos algunas escenas atrás, es el ojo que capta, con su cámara analógica, lo que el Coronel Kurtz describe al final de Apocalypse Now: El horror. Y cómo en la película de Francis Ford Coppola, se trata de matar al tirano mientras nos miramos en un espejo perturbador.