Peliculas

Historia de un matrimonio

De: Noah Baumbach

Marriage Story narra el final del matrimonio entre Charlie Barber (Adam Driver), un exitoso director de teatro de Nueva York y su esposa Nicole (Scarlett Johansson), una ex actriz de cine y ahora actriz de teatro en la obra de él. Con un estilo realista, pero ideas de puesta en escena y resoluciones más artificiales que indican que el director y guionista Noah Baumbach sabe que a veces es mejor ceder a las reglas que uno se impone en beneficio de la película.

Siguiendo la larga tradición de dramas de matrimonios en crisis, la película evoca –intencionalmente o no, dependiendo del caso- al cine de Ingmar Bergman, John Casavettes y Woody Allen, entre otros. Un estudio psicológico plagado de símbolos bastante obvios y subrayados poco pudorosos. No tiene ni la intensidad cruel de Bergman, ni la potencia de puesta en escena de Casavettes, ni la ligereza para resolver escenas de Allen. Aunque la película tiene sentido del humor, su gravedad impostada arruina varias escenas. No todas, porque Marriage Story no es una película perezosa. Baumbach intenta cosas, no escatima en búsquedas, aunque muchas de ellas no tengan justificación ni vuelo alguno.

Qué los protagonistas formen parte del mundo del teatro y el cine le permite al director generar el prestigio serio que necesita para la temporada de premios y también moverse con los lugares comunes de las películas que tratan sobre ese universo. Y si de premios se trata en el show teatral en busca del premio se lo llevan los actores, felices por protagonizar una película que les permite hacer su trabajo en primer plano, más cerca del teatro que del cine.

Tanto Adam Driver, Scarlett Johansson y Laura Dern tiene su momento “clip” para el Oscar. Mientras uno ve la película imagina que escena van a poner cuando los presenten durante la ceremonia. Driver y Johansson pasan por diferentes tonos, pero Dern está fuera de tono todo el tiempo. Su actuación es mala, no exagerada, pero su trabajo es de esos que terminan con una pila de premios. Lamentable que detrás de estos tres shows queden opacados Wallace Shawn, Alan Alda y Ray Liotta, los tres más divertidos y sobrios. No es culpa de los actores, es un deseo del director. Como la escena en la que Adam Driver canta en un bar. La escena empieza bien, mejora y finalmente se derrumba por su exceso y solemnidad. Baumbach dice, luego repite, subraya y finalmente grita lo que quiere decir. Pierde el cine, aunque ganen muchos premios.