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La chica de nieve

De: David Ulloa, Laura Alvea

Perder un hijo pequeño en una multitud y no poder hallarlo es una verdadera pesadilla para cualquier padre. La chica de nieve empieza con la más angustiante de las escenas. En la fiesta y desfile de reyes en Málaga, España, un matrimonio pasea con su pequeña hija Amaya. Pero en un descuido del padre la pequeña desaparece sin dejar rastro alguno. Aunque gritan desesperadamente su nombre y corren por ayuda, no encuentran a la niña. Con esa potencia arrancan los seis episodios de La chica de nieve, basada en el libro de Javier Castillo.  

Pasan los años y la niña no aparece. Sin embargo, hay misteriosas pistas que dejan en claro que está viva. Una joven llamada Miren (Milena Smit, protagonista de la infame Madres paralelas) que ha empezado a trabajar en el periódico local cuando desapareció la niña, se interesa desde el comienzo en el caso y los años no la hacen renunciar a su investigación. Ella es la verdadera protagonista de la serie. Cuando casi todos parecen haber dejado el tema atrás, la periodista y los padres son los únicos que siguen conectados con la desaparición.  También hay una inspectora de policía de nombre Millán (Aixa Villagrán) sigue con la investigación. La joven periodista Miren carga a su vez con un trauma de su pasado y desconfía de la policía por eventos que se irán conociendo con el correr de los capítulos. Los padres desesperados intentan, como pueden, mantener la esperanza, pero la trama juega con cierta ambigüedad en la crisis del matrimonio.

La intriga de la trama va creciendo, como corresponde a una historia policial, y los primeros cuatro episodios se sostienen de forma sólida, manteniendo un genuino interés en los acontecimientos. Aunque la historia de Miren no tiene tanto misterio como la de Amaya, ambas líneas juegan a mezclarse y eso es lo que le da un poco de aire a la serie para que se extienda. No hay forma de no querer saber qué es lo que sigue, el suspenso y el misterio son reales, las preguntas que surgen necesitan respuestas. Pero a mayor expectativa, mayor decepción. En los últimos dos episodios las cosas se resuelven, por supuesto, pero como suele ocurrir con esta clase de misterios, la resolución es menos interesante de lo esperado.

La angustia frente a la desaparición inicial de la pequeña permite que al menos nos interese conocer el destino de la pequeña Amaya. La trama, que se cierra con seis episodios tiene, de todas formas, algo de margen para continuar. Se nota que buscan avanzar con la temporada dos. Esto obviamente depende de sus méritos artísticos sino de su éxito en Netflix. El personaje de la periodista y la actriz que la interpreta no dan muchas ganas de que esto ocurra.