Peliculas

LA DALIA NEGRA

De: Brian De Palma

EL AUTOR Y EL GÉNERO

La dalia negra es un policial que al espectador no avisado podría resultarle una rareza, un film con ciertas dificultades en el verosímil. Y quizás esa apreciación no resulte tan desacertada, ya que se trata de una película bien distinta a casi todo el cine que se hace en la actualidad. El hecho de que transcurra en la década del 40 ayuda a su anacrónica puesta en escena y a su notable estilización. Pero el secreto de tanta extrañeza reside exclusivamente en su director, que no es otro que el legendario Brian De Palma. Y la definición de legendario nunca ha sido mejor aplicada, ya que De Palma (hasta su propio apellido lo connota) es sinónimo de “gran” cine, o sea, un realizador preocupado en extremo por la forma y el lenguaje cinematográfico. Se podría decir simplemente que su marca es sinónimo de cine a secas. Lo que muchos críticos denominan “cine puro”, es decir, un cine construido exclusivamente con herramientas de su propio lenguaje. Claro que ésta no sería otra cosa que una expresión provocadora, pues de ella se podría inferir que quien no practica ese cine puro no está utilizando entonces el lenguaje cinematográfico como corresponde. Razonamiento que no es más que una falacia.
El maestro del cine puro, máximo y constante referente que ha tenido De Palma a lo largo de toda su carrera ha sido, sin dudas, Alfred Hitchcock. El director inglés es el gran formalista del cine industrial y el único director, además, a quien otro director puede citar sistemáticamente sin agotarse.

Basado en hechos reales

Si algo no es garantía de nada en un film de Brian De Palma es el hecho de que éste esté basado en hechos reales. La dalia negra está basado en el horrendo e irresuelto crimen de la aspirante a actriz Elizabeth Short, ocurrido en 1947. Su cuerpo mutilado fue encontrado en un descampado, el 15 de enero, el día siguiente a su muerte. El crimen fue denominado “The Black Dahlia Murder” y nunca se halló al culpable. Sin haber realizado una sola película en vida, Elizabeth Short llamó la atención del cine por la forma de su muerte, y se convirtió así en objeto de interés de varios films, entre los cuales éste aspira a convertirse en el más importante. De Palma se basa en la novela de James Ellroy (autor de Los Angeles al desnudo) y aventura interpretaciones acerca del crimen, aun así, el homicidio es sólo fuente de inspiración, ya que el film cuenta la historia de Bucky Bleichert (Josh Hartnett), un policía que sigue la tradición del más puro y autoconsciente film noir. Y si algo se repite a lo largo de la filmografía de De Palma es la autoconciencia de género y los ejercicios estéticos a partir de ellos. El problema con el que se encuentran quienes no están interesados en eso, es que se trata de una seguidilla de grandes momentos visuales y armados de puesta en escena que no siempre consiguen balancear las falencias (no casuales) de la historia y el contenido del film. Sin embargo, para quienes siguen al director hay un sinfín de sutilezas visuales y una utilización de elementos del lenguaje que no es común ver en el cine actual.

Cine de autor vs. Cine de género

Quedó atrás la época en que el cine de autor y el cine de género eran considerados antónimos. Tanto es así que los cineastas de género resultaron ser con el tiempo los más valorados autores. Pero en el caso de De Palma el conflicto es más complejo. Se suponía, equivocadamente, hace mucho tiempo, que hacer un film de género significaba no darle al film un contenido profundo, un universo de temas trascendentes. El gran referente de De Palma, Alfred Hitchcock, demostró que eso era una locura. Si la filmografía del director de Psicosis y Los pájaros no hubiera tenido un complejo y profundo entramado de temas y obsesiones, sus films habrían pasado en poco tiempo al olvido. Recordemos que el cine de género solía ser un cine industrial y su peso comercial hacía que los productores y los estudios le pusieran un límite a las ideas de los cineastas. Los maestros encontraron el equilibrio y el cine clásico mezcló los aportes autorales con los industriales. Pero hoy esa forma de trabajar ya no funciona, y De Palma recrea un cine de autor de la era industrial, pero sin un sistema que lo respalde. No por nada la obra más extraordinaria que hizo en toda su carrera fue Los intocables (The Untouchables, 1987), sabia combinación de cine de género, cine de autor, cinefilia, guión de David Mamet, y un elenco (Costner, Connery, De Niro, García) impresionante. Más el vestuario de Giorgio Armani y la música de Ennio Morricone. La película era divertida y espectacular, sin que ello le hiciera perder un ápice del esteticismo de De Palma y sus ensayos sobre la forma en el cine. Tampoco le faltaba emoción y un fuerte contenido ético. Asimismo con inspiración de género hizo la remake de un clásico de Howard Hawks, Scarface, en 1983. Allí el tono operístico, no exento de humor, funcionaba muy bien. Carlito´s Way (1993) también poseía la emotividad y la fuerza de una gran historia, algo que De Palma suele descuidar muy a menudo. A su vez, Pecados de guerra (Casualties of War, 1989) también era potente y efectiva. En los últimos años De Palma enfatizó su distancia con la industria y sus juegos formales. Aun así, films como Hermanas diabólicas (Sisters, 1973), Vestida para matar (Dressed To Kill, 1980), Blow Out (1981), y Doble de cuerpo (Body Double, 1984), Demente (Raising Cain, 1992) siguen siendo films tan cinéfilos, disparatados y apasionados como siempre. La dalia negra, como ha ocurrido con los últimos films del realizador, es más divertida para ver que para analizar. El trazo grueso que siempre usa De Palma puede producir aburrimiento o distracción en quienes no están habituados a su cine. En cambio, quienes quieran ver una película distinta a todo lo que se hace hoy, con una gran producción, que incluye un vestuario, una escenografía y una fotografía memorables, encontrarán en La dalia negra una experiencia distinta a todas. Es de lamentar, sin embargo, que De Palma no pueda hacer un film completo, que le permita alcanzar esa perfección que había conseguido en Los intocables o Carlito´s Way, en donde forma, contenido, estilo y entretenimiento lograban su punto más álgido.