Peliculas

La niña de la foto y El asesino de mi hija

De: Skye Borgman, Antoine Tassin

Dos documentales estrenados en Netflix en el 2022.

Uno de los logros de la era del streaming es haber logrado recuperar al documental como género. Los largometrajes documentales ocupaban un lugar marginal dentro de la exhibición cinematográfica y recién con la era HBO empezaron a tener una difusión acorde a sus méritos, dejando de ser un reducto cinéfilo pero sin convertirse en documentales televisivos de factura perezosa. Con el streaming se potenció esto, permitiendo que documentales de cine puedan verse en la pantalla chica, peleando de igual a igual con las ficciones. También se empezaron a producir materiales para ese formato, multiplicando, para bien y para mal, su presencia. El balance es positivo, solo basta, como con cualquier producto, diferenciar lo bueno de lo malo o simplemente de lo irrelevante.

La niña de la foto (Girl in the Picture, Estados Unidos, 2022) de Skye Borgman y El asesino de mi hija (My Daughter’s Killer, Francia, 2022) de Antoine Tassin tienen una virtud inicial y es que renuncian a ser una serie. El peor problema hoy en día es que una narración de noventa o cien minutos se transforma en tres o cuatro capítulos de 45 minutos, alargando inútilmente lo que se tiene para contar. Son muy pocas las docuseries que no caen en eso. Acá la historia empieza y termina, en un caso con una historia muy enrevesada y en el otro con un relato mucho más lineal. Ambos, claro, usan los trucos de la ficción para generar suspensos. Los puristas del género podrán ver hilos y los límites éticos, pero en esta era del documental y de los medios audiovisuales, se puede ser más contemplativo si la película se lo gana.

Ambos son documentales sobre crímenes. Pero La niña de la foto tiene una estructura de capas en la cual se van descubriendo elementos sorprendentes, más oscuros y siniestros que lo que ya de por sí se ve al inicio. Una mujer aparece al costado de una ruta moribunda, en lo que parece ser un caso de atropello y huida. Pronto se sabrá que hay algo más y luego más, y finalmente nuevas informaciones que van complejizando el relato de manera cinematográficamente sorprendente y humanamente desgarradora. Si fuera una ficción, muchos espectadores sentirían rechazo, pero siendo un documental -paradójicamente- no queda otra opción más que aceptar los horrores de la vida real. La cronología de los hechos está armada de forma tal que nadie pueda sospechar lo que viene después, pero eso siempre es algo de alto impacto.

El asesino de mi hija es otro crimen horrendo, como de hecho lo son todos los asesinatos, pero esta vez la historia tiene un foco único. Un padre intenta que el asesino de su hija -la pareja de la madre de la víctima- no quede impune y durante años pelea por descubrir la verdad y llevarlo frente a la justicia. Aunque hay suspenso, está claro que este no está depositado en el culpable sino en saber si finalmente logró el angustiado padre lograr su cometido. Aunque nuevamente de terrible lo que se narra, el tener focalizada la historia en pocos personajes le permite que la tristeza se asome y los sentimientos de los personajes se vuelvan más explícitos. El exceso de horror a veces puede producir distancia y las vueltas de tuerca del otro film van cambiando el foco de atención.

La niña de la foto es más atrapante y compleja, pero es más emotiva El asesino de mi hija. Lo que acá se discute no es el crimen ni los personajes, sino la forma cinematográfica. Los crímenes de la vida real son para lo crónica periodística, pero cuando el relato pasa a ser una película, este empieza a jugar con las reglas narrativas de cualquier otro largometraje, dentro del rigor ético que implica, como siempre, el género documental.