Cine Clasico

La sirenita

De: Ron Clements y John Musker

La sirenita (The Little Mermaid, 1989) es uno de los grandes clásicos del cine de animación de todos los tiempos y también la película que dio comienzo a la segunda edad dorada de Disney Animation Studios. Luego de más de una década de fracasos, esta película lo cambiaría todo, siendo además una bisagra perfecta entre los clásicos de Walt Disney y los nuevos títulos por venir. Su fama, hay que decir, es completamente merecida.

Cómo se adivina desde el título, la película está basada en el cuento del mismo nombre escrito por Hans Christian Andersen y publicado en 1837. Cómo fue costumbre desde siempre, el guión del film de Disney le quitaba una gran parte de la oscuridad del relato original y traía un poco más hacia lo cotidiano los temas de la historia. Los directores de esta versión animada fueron Ron Clements y John Musker. Este dúo ha dirigido, hasta la fecha, siete largometrajes animados para el estudio, siendo dos de sus figuras más importantes de los últimos cincuenta años. Pero las dos figuras que ayudaron a este éxito fueron sin duda Howard Ashman y Alan Menken, a quienes se les atribuye el haber llevado Broadway al cine, un elogio que con el tiempo podría no ser tal, pero en 1989 llevó la taquilla del estudio al cielo.

La sirenita cuenta la historia de Ariel, una joven princesa sirena de dieciséis años, la menor de siete hermanas, hija del rey Tritón, el líder supremo del fondo del mar y el océano. Ariel es, cómo corresponde a las heroínas Disney de ahí en más, la rebelde de la familia, la que no obedece al mandato. Tiene una obsesión con el mundo de los humanos, a pesar de la prohibición de su padre de salir a la superficie. Ariel, acompañada por su amigo pez Flounder, colecciona objetos humanos hundidos en el mar y le pide a su amigo Scuttle (Buddy Hackett, brillante), una gaviota, que le explique para que sirven los objetos encontrados. Este personaje es, junto con el cangrejo Sebastian, el más gracioso de la película.

En una de sus incursiones en la superficie, llega hasta un barco danés y allí observa a la tripulación festejar el cumpleaños del príncipe Eric. Ariel se enamora perdidamente de él y esa misma noche, luego de que el barco naufrague en una tormenta, le salvará la vida al joven, quién la ve brevemente y la escucha cantar, enamorándose también perdidamente y sin saber que ella es una sirena. Presa del amor, Ariel hace un pacto con la bruja del mar y los abismos, Úrsula, quien le concede el deseo de darle piernas a cambio de que le deje su preciosa voz. Tiene tres días para que el príncipe le de un beso de amor genuino, pasado ese lapso de tiempo, su alma pasará a pertenecerle a Úrsula si no logra el objetivo. Ya con piernas, Ariel, junto a sus amigos, intentará conquistar a Eric, pero no tiene su preciosa voz para ayudarla.

La sirenita es muy parecida a todas las películas de hadas de Disney, incluyendo un padre sin esposa y una bruja malvada y aterradora. También personajes secundarios simpáticos y tiernos que aportan los momentos de mayor comedia. Es la primera historia de princesa desde La bella durmiente (1959) y uno se pregunta porque tardaron tanto en apostar a lo seguro. Se ve que los discípulos de Walt Disney querían seguir probando otras líneas. La fórmula de lo viejo los llevó nuevamente a la cima y llegarían aún más lejos con la película siguiente, La bella y la bestia (1991) que además de ser un éxito gigante, logró una nominación a mejor película del año en los Oscars, algo sin precedentes para el género.

La animación de la película marca el final de la animación clásica sin intervención de la tecnología digital, por lo que se ve hoy bastante distinta a todo lo que vino después y más parecida a lo hecho por el estudio a lo largo de la historia. También empezaría una racha de nominaciones y premios a las canciones de Disney sin igual. Algunas merecidas, otras directamente insólitas. En el caso de La sirenita la canción Bajo el mar terminaría ganando el premio Oscar al igual que la banda sonora. La canción es pegadiza y está dentro de la película, cumpliendo una función, así que se lo merecía, cosa que no se puede decir de futuros premios al estudio Disney. Un dato interesante es que cómo la mayoría de las voces no eran de grandes estrellas, no hubo copias en idioma original en Argentina, algo que cambiaría recién con Aladdin (1992) y la presencia de Robin Williams. Hoy es común un elenco descomunal para la animación, en La sirenita había actores conocidos, pero no gigantes de la taquilla.  

Hoy todas las películas de animación despiertan interpretaciones excesivas y muchas veces disparatadas. Se las acusa de muchas y se las juzga desde los más variados ángulos. La sirenita, por ser la iniciadora de la nueva etapa, también las despertó. Cómo todo cuento de hadas, habla del fin de la niñez y el inicio del mundo adulto, con el descubrimiento del amor y la sexualidad. La edad de la protagonista no habría sorprendido en el siglo XIX pero por razones obvias se discute a fines del siglo XX. También se le objeta al guión el mostrar a una joven que renuncia a su voz para formar pareja, pero eso, justamente, está mostrado como algo negativo en la película e incluso Úrsula la manipula diciendo que los hombres no quieren una mujer que hable, todo lo contrario a lo que el verdadero Eric desea. Algunos han visto en la sexualizada bruja malvada un baluarte feminista, pero esto, por lo mencionado recién, es falso. También hay que decir que la película no se hace cargo para nada de la transformación de Ariel en humana y hace caso omiso de lo que significa que aparezcan sus piernas y el resto de su cuerpo humano de la cintura para abajo. En ese aspecto queda un paso detrás de Splash (1984) la comedia romántica con una sirena que casi hace que nunca se filme La sirenita por el parecido entre ambos proyectos.

Lo que queda de este clásico de Disney es su genuino encanto, su aspecto visual de enorme belleza, los personajes cómicos completamente logrados y el momento de la villana que mete miedo de verdad. La sirenita hoy parece una película antigua en comparación a La bella y la bestia o Aladdin, sin embargo fue la innovación que llevó a los estudios Disney hacia el siglo XXI. Sus canciones aún funcionan y los personajes también. Los adultos todavía no se tomaban en serio al género, pero a partir de esta película eso también comenzaría a cambiar.