A la luz de la noticia del retiro por motivos de salud de Bruce Willis, nada nos gustaría más que disfrutar de alguna de sus nuevas películas. Pero no es su responsabilidad el desastre que son muchas de ellas. Básicamente porque trabaja poco, solo ocupa lugares en los afiches. Algunos de esos posters, irónicamente, utilizan la misma foto del actor. Willis trabaja un día o dos y a otra cosa. A veces no se nota ese apuro, pero en este caso sí. El presupuesto magro y la filmación apurada se ve claramente en todas las escenas, incluyendo las supuestamente más simples. Los verdaderos protagonistas son la agente del FBI que interpreta Megan Fox y el policia local a cargo de Emile Hirsch.
La historia es la de estos dos personajes que unen sus fuerzas para resolver una serie de crímenes terribles de los cuales las víctimas siempre son mujeres. El criminal no se oculta y sabemos desde un comienzo que es un camionero interpretado por Lucas Haas, por siempre el niño amish de Testigo en peligro (Witness, 1985). En muchos aspectos la película recuerda a uno de los conflictos de la serie Big Sky pero más que sus limitaciones de guión el problema es la manera torpe con la que ha sido filmada. Megan Fox no parece un agente del FBI y su pareja de la vida real, Machine Gun Kelly, aparece también para robarle el cetro a la peor actuación de la película. Bruce Willis trabajo poco y no hace más que ponerse frente a cámara por unos minutos. Una película sin ninguna redención posible.