Arturo (Guillermo Francella), un galerista con un excelente pasar económico y Renzo (Luis Brandoni) un artista plástico en decadencia están unidos por una amistad de décadas. El galerista busca que el artista conceda algo para poder volver a insertarlo en el mercado mientras que el artista se empaca en su posición. Más que una película sobre arte esta se ve claramente como la película de una amistad. Una amistad en crisis por la intransigencia de uno y la mirada más cínica del otro. A partir de eso Gastón Duprat construye una comedia cargada de sátira hacia el mundo del arte. Lo malo, lo miserable, lo arbitrario de ese mundo retratado como fondo de la mencionada amistad.
Gastón Duprat junto con Mariano Cohn realizaron en el 2008 la película El artista una película con una narración menos clásica que también observaba el mundo del arte. No son pocos los puntos en común y la reflexión sobre lo que está bien y lo que está mal en el arte aparece en El hombre de al lado e incluso en El ciudadano ilustre. Hay artistas valorados y artistas ignorados, están los que ganan premios por acomodo y los que sin teoría alguna tienen criterio estético natural. En Mi obra maestra sobrevuela la idea –parecida a El artista, insisto- de que no solo alcanza con realizar la obra sino poder llegar a los demás con la misma. Con ayuda de amigos o con un descomunal fraude, pero llegar al público.
No solo las artes plásticas, también el cine necesita llenar esas salas vacías y muchas veces eso se logra con trucos publicitarios, engaños, espejitos de colores para que el espectador entre. ¿Son capaces de cualquier cosa Arturo y Renzo con tal de ser fieles a su obra y a la vez tener éxito? ¿Pueden ser fieles si especulan con el resultado? La película es una comedia menos feroz de lo que parece pero a la vez tiene muchos elementos sutiles que marcan un contenido más ácido que la sátira al arte en sí mismo. El buenismo del ayudante de Renzo lejos de convertirlo en héroe lo hace un personaje conflictivo, un enemigo de los protagonistas.
La dupla de Francella y Brandoni tarda en sacar chispas pero a medida que avanza la trama consigue su ritmo y su encanto. Dudú, la coleccionista interpretada magistralmente por Andrea Frigerio es otro hallazgo de la historia el pobre Raúl, el alumno español bueno pero tarado (Raúl Arévalo) es tan poco carismático como corresponde a la amoralidad de los dos protagonistas. ¿Hasta dónde serías capaz de llegar para conseguir tu obra maestra? Una pregunta cuya respuesta no se termina de responder de forma amable en la película.