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Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos

De: Destin Daniel Cretton

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos forma parte de la fase cuatro del Universo Cinematográfico de Marvel. Ojalá no lo hiciera, porque así la película podría tener una vida definitivamente independiente que le permita concentrar mejor su energía y sus temas. Todo lo vinculado con el resto de Marvel sobra aquí, no pega de ninguna manera, no vale la pena. La película ajusta personajes, corrige cosas para que no se asusten los cultores de la corrección política e intenta conformar a la mayor cantidad de amos posibles. Como método, esto último siempre es un problema, pero de alguna manera logra aciertos muy concretos que le permite sobrevivir a esto mamotretos cada vez más enormes y desabridos.

Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos no es tanto un film de superhéroes sino más bien un wuxia. Es decir un film de artes marciales, acción y melodrama. No hay armas de fuego, sino espadas, lanzas, arcos y, claro, poderes vinculados con los diez anillos o artes de pelea milenarias. El tema familiar está en primer plano y la relación padre e hijos está muy marcada. Combina sin miedo la fantasía con las peleas y, por tratarse de cine Marvel, le agrega humor. A pesar de algunos baches y momentos algo alargados, la combinación funciona.

Miles de años atrás, Xu Wenwu (Tony Leung) descubre los diez anillos que otorgan inmortalidad y poderes divinos. Establece una organización que va conquistando reinos y derrocando gobiernos a lo largo de la historia hasta llegar a finales del siglo XX. En una de sus búsquedas por el poder, Wenwu se enamora y forma una familia, pero las cosas no salen como las planifica. Su hijo Shaun (Simu Liu) se ha ido a vivir a San Francisco y lleva una vida normal sin referirse jamás a su pasado familiar.  Claro que el pasado lo alcanzará y ese es el centro de la historia.

La narración está bastante bien estructurada. La manera en la que se narra el prólogo y luego de llegar al presente se aprovechan los flashbacks para completar las piezas del rompecabezas. Lo hace de manera muy equilibrada y entretenida, aprovechando el amor del wuxia por la belleza para armar varias escenas que están asombrosamente por encima de la estética de los films de Marvel. Ni hablar del honor de tener a Michelle Yeoh y al gigantesco Tony Leung en roles importantes. Yeoh hace rato que filma en Hollywood, pero Leung, actor de docenas de clásicos del cine de Hong Kong, participa por primera vez de una película norteamericana. Es hasta emocionante verlo aquí, una verdadera declaración de amor por el cine oriental.

Queda claro que es una película americana pero también una película oriental. Por su elenco, por estar hablada en dos idiomas y por el respeto por las tradiciones y los códigos genéricos de los países de oriente. Despareja pero mayormente sólida. Mucho más atractiva que los films de superhéroes tradicionales que se repiten unos con otros. Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos tendrá secuela y seguirá integrándose al UCM, pero es ideal para quienes solo deseen ver una de esas películas sin tener que conocer el resto.