Peliculas

Sonido de libertad

De: Alejandro Monteverde

Sonido de libertad (Sound of Freedom, 2023) se ha convertido en una de las películas más comentadas del año. Se ha dicho mucho sobre este largometraje realizado años atrás que logró finalmente estrenarse en salas ahora. Con el tiempo, este anecdotario seguramente pasará al olvido y quedará lejos, pero hoy es parte de la conversación. Terminada en el año 2018, Sonido de libertad, la película tenía un acuerdo de distribución con 20th Century Fox, pero cuando esta empresa fue comprada por Disney, terminó cajoneada. Varios servicios de streaming, entre ellos Netflix, decidieron no llegar a un acuerdo tampoco. La controversia estaba servida y eso no hizo más que darle a la película un aura de película no deseada por las corporaciones. En parte es cierto, aunque los motivos están discutidos, después de todo muchas películas son rechazadas todo el tiempo por las más variadas razones. Pero tampoco seamos tan inocentes, la película fue asociada a grupos de derecha y apoyada por personas asociadas a una ideología más conservadora, así como también religiosa. Angel Studios fue finalmente la productora que aceptó distribuir el film con un método de crowdfunding y logró obtener cinco millones de dólares para estrenar y publicitar la película. El boca a boca y la idea de apoyar a un largometraje que decía verdades que nadie se atrevía a mencionar, permitió que la película fuera la sorpresa del año, llegando casi a doscientos millones de dólares de taquilla, tan sólo en Estados Unidos, habiendo costado quince millones. Mel Gibson recomendó la película y, al menos en las copias que hemos visto, figura como uno de los productores, posiblemente porque debe haber colaborado con la película una vez terminada.

Sonido de libertad está basada en una historia real. Su personaje central es Tim Ballard (interpretado por Jim Caviezel), un agente especial que trabaja en el Departamento de Seguridad Nacional. Su trabajo es sobre delitos contra los niños en internet. Aunque tiene éxito en desbaratar redes de pornografía infantil y atrapar pedófilos, la idea de no rescatar a los pequeños de la red de trata de niños lo atormenta y decide entrar en acción para no sólo encarcelar pedófilos, sino también salvar niños. Para eso viaja a Colombia, donde busca puntualmente rescatar a una niña, hermana de un niño al que ya ha rescatado. Esta pareja de hermanos, Rocío y Miguel, y su secuestro ya había aparecido al comienzo de la película, para ponerle un rostro muy concreto a la búsqueda de Ballard. El pequeño Miguel le dará una medalla de San Timoteo para que la hermana pueda saber que Tim está de su lado.

Toda la película es la compleja misión de Ballard y sus colaboradores locales, Jorge (Javier Godino), Vampiro (Bill Camp) y Paul (Eduardo Verástegui) para desbaratar la operación de trata de menores con fines sexuales. En esa misma misión Ballard busca rescatar a Rocío, tal cual le había prometido a su hermano Miguel. Aunque la película es un drama, también juega un poco con los géneros cinematográficos y, después de todo, es una película de rescate. Más allá de las licencias poéticas aclaradas al comienzo de la película, los hechos que narran son reales y varios puntos sorprendentes ocurrieron en verdad.

La película trata un tema difícil de tolerar y por lo tanto difícil de filmar. Elegir el tono, incluso, es todo un desafío. Sonido de libertad tiene una narración clásica que usa pocos recursos llamativos, cómo para enfatizar que el esteticismo no puede estar por encima del tema. Es una forma sobria de respetar la historia. Jim Caviezel interpreta a Tim Ballard con una potencia abrumadora. No de la forma tradicional, sino jugando, no hay duda alguna, con su rol de Jesucristo en la película La pasión de Cristo (2004) de Mel Gibson. Caviezel, elegido por el propio Tim Ballard antes que por los propios productores, juega con el tono de santo en una de las apuestas más fuertes de la película. Su presencia muestra un compromiso y una convicción que lo muestra como un verdadero salvador.

Es evidente que la película tiene un fuerte contenido religioso, algo que se hace evidente en los diálogos y los personajes. Aunque en la vida real Tim Ballard es miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, no hay en la trama mención a su condición de Mormón. Sí se ve que es un hombre religioso. En el cine actual, ser una persona religiosa es, irónicamente, casi un pecado. La película desconoce esa agenda, porque su objetivo es muy superior a eso y se nota. Las controversias la ayudan, así que tampoco son motivo de preocupación.

No hay villanos con matices y es bueno preguntarse cuál es el matiz que se podría otorgar a los monstruos que violan niños y los convierten en esclavos sexuales. Ser implacable es lo menos que puede hacer una película decente. No ha faltado quien le reclama que concentra la pedofilia en una red armada y no se detiene en los abusos sexuales en el ámbito familiar o social, dónde los pedófilos actúan solos. Pues esa es otra película, porque la misión extraordinaria de Tim Ballard consistió en arriesgar su vida para rescatar niños y su trabajo logró, entre otras cosas, cambiar leyes que permitieron aún más rescates. La lupa moral que se le aplicó a Sonido de libertad no se le ha aplicado a prácticamente ningún otro largometraje reciente, tal vez porque todos trabajan a reglamento o no se meten con temas tan difíciles. La controversia, en todo caso, estará en detalles extra cinematográficos, pero no en lo que la película denuncia.

Retomando lo cinematográfico hay detalles que muestran pudor pero también convicción. No jugar al morbo ni ponerle humor a la historia es lo correcto bajo las reglas de esta película. Hay dos o tres pequeños detalles para aliviar la tensión terrible de la historia, pero nada que desarme la fuerza que se necesita para mostrar el horror. Sonido de libertad es siempre dramática y también se pone solemne, dejando en claro que tiene una misión concreta que es la de la denuncia. Si esto la limita como obra cinematográfica, sin duda lo hace en algún aspecto, pero una vez más, está tan sólo en el cine actual, que parece una película revolucionaria aún sin serlo.

El personaje de la esposa de Ballard, interpretado por Mira Sorvino, está descuidado y es posible que le hayan quitado escenas, porque podría haber aportado más. La promesa de acción del afiche no es tal y son muy pocos los elementos de ese estilo, aunque sí hay bastante suspenso por la tensión de cada momento. Las esperables escenas reales al final quedan muy bien pero no queda tan bien el mensaje que hay en mitad de los títulos de crédito. No hay duda de que la película es parte de una misión mayor, pero Caviezel hablando sobre la importancia de la película subestima un poco el poder de esta. El espectador no necesita quedarse a verlo, salvo que quiera ver la rareza de una campaña por la película en la película. Tal vez el mismo discurso mucho más breve podría haber servido. Como sea, Sonido de libertad cumple su misión, alerta sobre un flagelo global que golpea particularmente fuerte a Estados Unidos y que no parece estar en la agenda actual al mismo nivel que otros dramas contemporáneos.