Peliculas

TUS SANTOS Y TUS DEMONIOS

De: Dito Montiel

MALOGRADA VUELTA A LAS CALLES PELIGROSAS

El primer film que aparece cuando se intenta buscar una referencia para el debut de Dito Montiel en la dirección cinematográfica es Calles Peligrosas (Mean Streets), de Martin Scorsese. En aquella película, Scorsese recorría el barrio de su juventud, evocaba recuerdos, amigos, músicas, ambientes, alegrías y tragedias. Film imperfecto, desparejo, Calles Peligrosas sin embargo soporta el paso del tiempo por un par de virtudes innegables. En primer lugar por la potencia y sensualidad de sus imágenes -el director se encontraba en plena búsqueda de una poética propia, tomando elementos del cine clásico, de la Nouvelle Vague y de los films de John Cassavetes-. Y por otro lado, porque debajo de ese poder visual, Scorsese empezaba a configurar temas de alcance universal -la culpa, el pecado-. Tanto en forma como en contenido (que en definitiva, se sabe, son las dos caras de esa única moneda que es todo objeto estético) la experiencia personal, lo autobiográfico y la búsqueda de una poética propia eran un punto de partida, un escalón. La vuelta al barrio era un verdadero ajuste de cuentas bien entendido: un paso necesario para cerrar heridas, exorcizar demonios y dolores, recuperar lo más querido y seguir adelante. Las mejores autobiografías -tanto en cine como en cualquier otro arte- funcionan mejor, y logran volverse universales, cuando lo hacen de esta manera, y no cuando se quedan en la mera nostalgia o, peor aún, cuando se dedican a explotar ciertas situaciones dramáticas y sufrimientos propios y ajenos. Y esto último es justamente lo que constituye el fango del cual Dito Montiel es incapaz de salir en Tus santos y tus demonios (A Guide to Recognizing Your Saints).

El film de Montiel está dividido en dos partes que se narran en forma paralela. Por un lado, el regreso -tras 15 años- del propio Dito Montiel a su viejo barrio latino de Queens luego de un llamado de su madre, quien le avisa que su padre agoniza. Y el otro eje narrativo lo constituyen algunas situaciones que llevaron al Dito adolescente a abandonar su lugar, su familia, su novia y sus amigos, para disgusto de su padre. El centro del film lo constituye esta última parte, llena de situaciones violentas y dramáticamente recargadas, en las que casi no existe ni un solo momento relajado. Entre peleas, discusiones y muertes, Tus Santos y tus demonios va lanzando una serie de golpes cada vez más duros y directos. Y en medio de tanta violencia, el director se olvida -o no es capaz- de llevar adelante un trabajo profundo de ninguno de sus personajes, ni de conseguir un momento realmente emotivo. Es paradójico que en un relato autobiográfico -o sea, muy personal- se le dé más relevancia a la (sobre) estilización de las imágenes que a la construcción de los personajes y la emoción genuina que puede surgir a partir de la relación entre ellos. Y detrás de este problema, viene otro, el más importante: al quedarse en el regodeo estético -puras decisiones caprichosas, más cercanas del peor Spike Lee que del mejor Scorsese- Montiel no alcanza ningún grado de universalidad, ni el más mínimo. Si el Scorsese de Calles Peligrosas partía de lo personal para empezar a desarrollar temas de mayor alcance, Montiel se queda en lo absolutamente privado, intentando vestir con ropas “artísticas” los más horrorosos de sus recuerdos.