Cine de la india

Un bucle sin fin

De: Aakash Bhatia

La producción de cine de la India es lo suficientemente grande como para imaginar que tarde o temprano se puede encontrar una remake de todo. Dentro de la propia cinematografía todos sus grandes éxitos vuelven a filmarse para las diferentes regiones del país. A veces es una remake oficial y a veces es solo un enorme robo de ideas. A todo esto hay que sumarle la era Netflix, donde se hacen películas que además tienden a tener un tono más universal y un poco menos local, es decir que pueden volver a empezar con todo lo hecho. Tal es el caso de esta remake de Corre, Lola, corre (Alemania, 1998) que había dirigido Tom Tykwer y protagonizado Franka Potente. Con el título en castellano de Un bucle sin fin (Looop Lapeta en el original) se estrena esta película dirigida por Aakash Bhatia.

La historia tiene el elemento primordial del film original, es decir las varias oportunidades para resolver el mismo conflicto. Savi (Taapsee Pannu), una atleta que se ha lesionado en una carrera, se ha entregado a su fracaso y las drogas. En el preciso instante en que descubre que está embarazada, su novio Satya (Tahir Raj Bhasin) la llama para decirle que ha perdido el dinero de un mafioso y que si no lo repone en los siguientes ochenta minutos pagará con su vida el error. Entonces Savi emprenderá una loca carrera para ir al rescate. El resto de la trama la conoce quien haya visto Corre, Lola, corre y quien no lo haya hecho podrá sorprenderse en esta nueva película.

Taapsee Pannu es una de las estrellas más reconocidas de esta expansión hacia occidente del cine de la India, pero dentro de su propio país ha conseguido filmar para las diferentes regiones y su rostro representa también sinónimo de temáticas complejas, usualmente evitadas en la India. Es una estrella del cine, pero a su vez es sinónimo de evolución. Acá realiza un papel que, a su modo, también es moderno para la India, aunque por supuesto es normal para gran parte del mundo. Su carismático rostro es ideal para esta clase de títulos, su compromiso en cada película es total. Es una figura real y a la vez fotogénica. Es fácil identificarse con ella y eso es exactamente lo que la película necesita.

Si Corre, Lola, corre era bastante alocada y realizaba un injustificable pero divertido uso de cuanto recurso visual se le cruzaba, lo mismo ocurre con esta versión de la India. Empieza con una gran escena de animación, luego arma un montaje con todos los ángulos de cámara posible para mostrar el momento de crisis de la protagonista en un baño, para luego saltar a todos los trucos de montajes y aceleraciones sin sentido. Es generosa en la puesta en escena, pero esto no necesariamente la hace mejor. Agotadora visualmente, excesiva en varias escenas, con buenos momentos de humor y otros muy tontos. En otra característica propia del cine indio, la historia tiene demasiados personajes, sub-historias que lo recargan todo, un paquete intenso pero no del todo logrado. Aunque sí, tiene un concepto muy claro, una estructura de cuento moral, un camino de aprendizaje. La protagonista debe sacar de cada oportunidad una pista para entender cómo resolver el conflicto. Un bucle sin fin es un raro híbrido entre el cine de la India y las producciones de occidente, con una gran actriz protagónica y con un esfuerzo no siempre exitoso de llenar la trama de impacto visual.