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El castillo de Cagliostro

De: Hayao Miyazaki

Arsène Lupin es un personaje creado por el escritor Maurice Leblanc en el año 1905. Se trataba de un ladrón de guante blanco cuyas historias alcanzaron en Francia una popularidad a la que Sherlock Holmes en Gran Bretaña. Aunque fue llevado al cine en repetidas ocasiones, la fama del personaje se fue apagando y quedando muy detrás de la del famoso detective. En Japón, en 1967 se publicó por primera vez una serie manga donde aparecía Lupin III, nieto del famoso personaje. El creador de esta nueva versión era Monkey Punch (nombre artístico de Kazuhiko Katō) y en 1970 el personaje fue llevado por primera vez a la pantalla en forma de serie en 1971 y desde entonces ha tenido una enorme cantidad de adaptaciones televisivas y cinematográficas que llegan hasta hoy. La serie de 1971 terminó en 1973 pero en 1977 comenzó una nueva era de gran éxito que incluyó una versión cinematográfica que se convertiría en la opera primera del director Hayao Miyazaki. El castillo de Cagliostro (1979).

Los fanáticos del manga y del animé tendrán mucho para decir sobre esta película y hasta el propio Miyazaki ha tenido sus reparos sobre el resultado final. Se hizo con un cronograma muy apretado y el director tuvo que sacar cosas. Pero para los espectadores que se encuentran con la película sin ninguna información sobre el personaje, otras versiones, el propio Miyazaki o el animé en general El castillo de Cagliostro es un film de aventuras sublime. Un relato espectacular y entretenido como pocos en la historia del cine.
Los primeros quince minutos de la película merecen un aplauso de pie. Dos ladrones bajan por el costado de un edificio con sogas y enormes bolsas llenas de dinero. Son Lupin y su socio Jigen. Cuando están por escapar se prenden todas las luces del edificio que no es otra cosa más que un espectacular casino. Llegan a su pequeño Fiat 500 y comienzan la huida. Muchos autos intentan arrancar para perseguirlos, pero han sido dañados por los ladrones y se parte al medio o se les salen las ruedas al primer movimiento. Al descubrir que el dinero robado es todo falso, lo empiezan a tirar por la autopista mientras Lupin le cuenta a su socio que deben ir a Cagliostro, donde él dice que está el origen de todas estas falsificaciones.

Cuando están yendo se cruzan con una joven vestida de novia escapando en un Citroën 2CV de un grupo de hombres que la siguen en un mucho más poderoso British Humber Super Snipe. Los ladrones deciden intervenir para rescatar a la joven en una persecución por caminos de montaña que figura en la antología de esta clase de escenas. Aunque inicialmente vencen a los perseguidores, otro grupo consigue llevársela al castillo del título, donde se deberá casar muy a su pesar con el Conde que está a cargo de Cagliostro. En la doble misión como ladrones y como héroes, Lupin y Jigen, aceptarán la empresa de cumplir con ambas cosas.

Luego de este comienzo memorable, tan rápido como visualmente impecable, la película confirma su condición de cine de aventuras en estado puro, combinación de los folletines del siglo XIX y XX, influenciada por Leblanc, pero también por Julio Verne y Alejandro Dumas, el Steampunk y las películas de Fritz Lang y Alfred Hitchcock. Miyazaki demuestra su completa fascinación por la fantasía, la aventura y la originalidad. Cada escena tiene algo increíble. Al verla uno ve docenas de universos del pasado, pero también se da cuenta que se trata de uno de los films más silenciosamente influyentes de fines del siglo XX. Spielberg, Lucas, Donner, Jackson, Lasseter y otros realizadores parecen haber visto esta obra, ya que sus códigos de aventura clásica con ritmo trepidante se parecen mucho a lo que acá narra Miyazaki. También es fácil ver que muchos videojuegos se inspiran en este film, lo sepan o no, porque muchas se las situaciones parecen escenas de videojuegos, de buenos videojuegos. De hecho en el film Los Goonies (1985) de Richard Donner, producido por Steven Spielberg, el personaje de Chuck juega a Cliff Hanger (1983) un videojuego basado en El castillo de Cagliostro.
Muchas de las inquietudes volcadas por Hayao Miyazaki en esta película aparecen de forma más definida en las siguientes, con dibujos más sofisticados y temas más complejos. Pero la pasión por la aventura, las mujeres hawksianas, el corazón puro del género, los personajes heroicos pero no perfectos, todas son cosas que volverán en su obra posterior. Aunque este no es un personaje creado por él, Miyazaki adaptó a Lupin III y lo convirtió en algo más cercano a su espíritu, lo que sorprendió y enojó a muchos seguidores del personaje. Como todo buen autor, Miyazaki decidió ser fiel a sí mismo ante todo. Aunque se lo conoce como el maestro de la animación, es justo decir que es también uno de los grandes del cine de aventura, uno de los pocos que entendió a la perfección el género, como lo demuestra perfectamente en El castillo de Cagliostro.