Cine Clasico

La prometida

De: Franc Roddam

Las películas fallidas pueden salvarse por la potencia de sus protagonistas o pueden arrastrarlos a estos y hundir sus carreras. A veces, generalmente en el cine de terror, se logra un punto intermedio haciendo que una película no del todo lograda se convierta en culto. Algo de esto pasó con La prometida. En el año 1985 Jennifer Beals era la actriz del momento, luego de protagonizar el enorme éxito de Flashdance, ella podía aceptar cualquier papel que quisiera. Tal vez por tener tantos elementos musicales en su película anterior, a Beals la vieron como buena pareja de un actor músico. Tal vez por eso Columbia Pictures eligió a Sting, el líder de la banda The Police, para ser el coprotagonista. El cantante estaba acercándose cada vez más a la actuación y el grupo se separaría en 1986. En los papeles, Beals y Sting eran una dupla potente para protagonizar La prometida (The Bride, 1985) una remake muy libre del clásico del cine de terror La novia de Frankenstein (1935) dirigida por James Whale y protagonizada cincuenta años atrás por Boris Karloff y Elsa Lanchester.

El título original de la película delata su conexión con el clásico de Hollywood, del que toma algunas cosas, pero no demasiadas. También se inspira en los personajes creados por Mary Shelley en 1818, pero al final termina buscando su propio rumbo, aunque se reconozcan ambas influencias. La película de 1935 era particularmente delirante y no se preocupaba casi nada en los conflictos filosóficos de la criatura, algo que sí le interesaba a Shelley y que aparecen aquí también.

Aunque sigue siendo una película ambientada en el siglo XIX, se le nota bastante la modernidad a sus protagonistas. La película comienza directamente con la creación de “la novia” de Frankenstein, es decir la segunda persona a la que el Barón Frankenstein (Sting) le da vida. A diferencia del clásico monstruo, esta vez decide ponerle nombre y la llama Eva (Jennifer Beals). La película empieza con la que en la película de 1935 era la escena final, esa es su gran novedad y en parte su gran error, porque deberá contar la historia de más personajes durante más tiempo. La película original presentaba a una inolvidable novia con su peinado también memorable y en unos segundos la actriz Elsa Lanchester se volvía un rostro inmortal del cine. Acá es sólo el comienzo y luego de una serie de eventos el monstruo (Clancy Brown) escapará de entre los escombros mientras es dado por muerto por todos.

La historia se divide en dos. El Barón Charles Frankenstein y cómo quiere convertir a Eva en una dama de sociedad y la criatura que se cruzará con Reinaldo El Enano (David Rappaport) y juntos a él conocerá el mundo. De alguna forma mezcla la novela original con la película de 1935 para tener dos líneas argumentales que tarde o temprano se cruzarán. A ambas líneas se les ve el estilo de la década del ochenta, pero las pareja de Sting y Beals ni siquiera hace un esfuerzo por darles peinados de época. Es una decisión difícil para cualquier director o productor, porque respetar la imagen de sus actores puede perjudicar a la película pero cambiarlos demasiado puede hacer que todo se vuelva aún más ridículo.

La prometida fue vendida en su momento como una historia de amor, cosa que en parte es, pero se trata de algo diferente. Su narrativa y sus personajes son tan fechados en sus modos y su aspecto como lo eran en su momento las películas del Hollywood clásico, pero los espectadores cambiaron y ver a Eva recién nacida del laboratorio de Frankenstein tan bella y perfecta es algo que hace un poco de ruido. En 1935 la forma de ocultar el realismo era más eficiente, por decirlo de algún modo. A la pareja protagónica le surgirá un conflicto extra con el interés romántico entre Eva y un joven militar.

La apuesta de esta coproducción entre Gran Bretaña y Estados Unidos se percibe como fuerte. La música es de Maurice Jarré y la fotografía de Stephen H. Burum, dos talentos de la industria cinematográfica. El guión estuvo a cargo de Lloyd Fonvielle, quien luego sería más conocido por sus guiones de las películas de La momia (1999). El director de la película es Franc Roddam, el mismo que dirigió la película de culto Quadrophenia (1979), la versión libre de la ópera rock de The Who y en cuyo elenco estaba Sting, en su primer trabajo como actor. La prometida, sin embargo, nunca alcanzó ese estatus de película mítica.


La película tiene demasiados elementos disonantes como para conectar con un público concreto. No es estrictamente una película de terror, pero sus personajes han salido de dicho género. El monstruo se llamará Viktor, cómo se llamaba el Barón en la novela, pero no será nombrado como tal hasta la mitad de la película. El personaje de Eva tiene un desnudo que sólo delata que se trata de una mujer de la década de los ochenta, pero será una doble de cuerpo quien lo haga, porque Jennifer Beals no aceptó esa escena. Cary Elwes muy famoso y demasiado joven hará de galán de ocasión y la historia romántica parece mezclarse también con Pygmalion y Greystoke, la leyenda de tarzán, cuando Charles quiera presentar en sociedad a Eva. Sí, por suerte, se recupera algo del existencialismo de la novela de Shelley y el monstruo es un personaje completo. Toda esta mezcla hizo que la película no funcionara en taquilla, pero su elenco, su director y su historia la han convertido a medias en un clásico de culto. Como cualquier largometraje vinculado a Frankenstein, más tarde o más temprano se la revisa con cada aparición de películas o series inspiradas en los personajes de Mary Shelley.