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La reina Charlotte: una historia de Bridgerton

De: Tom Verica

La reina Charlotte: una historia de Bridgerton es una miniserie de seis episodios que funciona como precuela de la exitosa serie Bridgerton. Se trata de una serie romántica histórica que juega con la falta de rigor histórico y usa diferentes detalles anacrónicos para llegar de forma directa a un público al que no le importa en lo más mínimo la historia. No es que los espectadores de otras épocas fueran todos historiadores, pero al menos un poco de valor por ciertas cosas existía. Aún así, quién ve una serie o película de época termina descubriendo, en ese momento o años más tarde, como toda ficción termina mostrando la época en la que se hizo al mismo tiempo que intenta recrear otra. Se inspira en los personajes de Julia Quinn y el guión está escrito por la creadora de la serie Shonda Rhimes. La narradora de la serie, Lady Whistledown, está interpretada por Julie Andrews.

La era de la diversidad obligatoria ha llevado a que la decisión de casting falsamente daltónico haya quedado por delante de los méritos de la propia ficción. Se le llama casting daltónico a los elencos formados por actores sin importar en lo más mínimo la raza. La reina Charlotte del título fue blanca en la vida real y es negra en la miniserie. Decir que no se le prestó atención a la raza a la hora de hacer el casting de Bridgerton La reina Charlotte es obviamente una mentira. Pero la libertad para hacer lo que uno quiera en una ficción debe existir siempre. No creo que exista realmente la libertad mencionada para ir en cualquier dirección, sino sólo en la que rige el paradigma ideológico de la ficción actual.

La reina Charlotte cuenta la historia de amor entre Charlotte de Mecklemburgo-Strelitzy y el Rey George III. Carlota y Jorge si lo queremos castellanizar. La miniserie transcurre en dos líneas temporales, una en 1817, en el presente de Bridgerton, donde la Reina (Golda Rosheuvel) se encuentra desesperada porque alguno de sus hijos formalice un matrimonio y le de un heredero dentro del mismo.  El otro es en 1761 cuando Charlotte (India Amarteifio) conoce a George (Corey Mylchreest) para concretar el matrimonio arreglado entre ambos y el deterioro mental del rey que irá empeorando con los años. La historia del Rey George y la reina Charlotte había sido retratada en la película La locura del rey Jorge (1994) donde Nigel Hawthorne interpretaba al rey y Helen Mirren a la reina.

La serie decide cambiar la raza de varios personajes para que los espectadores actuales vean un mundo parecido al que ellos viven, cuando justamente uno ve series de época para no ver literalmente el mundo actual. Lo que sí es atemporal es la baja calidad del drama romántico más básico, con los lugares comunes de ese tipo de novelas rosas, buscando hacer un análisis histórico bastante pueril, fiel al estilo Netflix. Se puede ser realista con la salud mental y se puede denunciar machismo y al mismo tiempo mostrar una integración de razas en las clases más altas en épocas en las cuales la esclavitud existía en el Reino Unido. A la mayoría de los espectadores todo esto les resulta indiferente y festejan esta extensión del universo Bridgerton. La misión de invisibilizar el racismo y la esclavitud se ha cumplido. Ahora, gracias a esta miniserie, sabemos que la peor época con respecto a ese tema es el presente y los enemigos son aquellos que no festejan las series como La reina Charlotte. Bueno, no la festejamos, porque es una telenovela lavada y sin gracia. En un momento un personaje le dice a su hijo: “descendés de un gran dinastía africana, debes estar orgulloso” sin embargo no hacen una serie ambientada en África con una poderosa familia negra. Se aferran a un historiador con una teoría polémica y se lanzan de lleno a mostrar un Reino Unido en todo su esplendor. Hay algo de hipócrita en esto y en el fondo se nota esa contradicción. Pero las modas son modas y ahora esto es lo que se usa.