Peliculas

LARS Y LA CHICA REAL

De: Craig Gillespie

TAN INÚTIL COMO AMAR A UNA MUÑECA

Lars y la chica real, primera película de Craig Gillespie, es una fiel representante de lo que suele llamarse cine independiente norteamericano. Ese rótulo (difuso y carente de sentido) ha devenido en estilo. Para ser más preciso en no-estilo, en un conjunto de reglas que llevan a la impersonalidad y a la estandarización estética y dramática. Hay una lista interminable de películas que parecen escritas por el mismo guionista, iluminadas por un mismo fotógrafo, y dirigidas por un mismo director (o por ninguno…). Más allá de cada fábula en particular, hay una imagen y un tono comunes, chatos, impersonales, que se manifiestan en todas las producciones de carácter indie, y que en Lars y la chica real se vuelven claras por demás. Así sucede esta historia en un suburbio, con traumas familiares, personajes excéntricos y situaciones patéticas que siempre se mantienen en un tono medio. Y ese tono medio es uno de los grandes problemas: nunca se llega a una situación realmente cómica, pero menos aún a una situación verdaderamente dramática. Por lo tanto, cualquier emoción, dentro y fuera de la pantalla, queda abortada. Si la historia de un hombre joven que se enamora de una muñeca inflable, y que se pasea con ella como si fuera una mujer de verdad mientras que el resto de los habitantes se vuelve cómplice de esa patología para ayudarlo, pude imaginarse como un material ideal para el absurdo total o, contrariamente, para el sentimentalismo, hay que decir que toda especulación quedará defraudada. Ni el camino más feliz (el del absurdo) ni el más desafortunado (el del sentimentalismo) son factibles cuando se trabaja sin imaginación y -sobre todo, y este el centro del problema- si no se sabe bien qué se está contando o, peor aún, si no se tiene nada para contar. Y eso es en definitiva lo que caracteriza a la película de Gillespie: la falta de sentido, de profundidad, de fondo. Los temas de la película podrían ser el amor, la vida en pareja (o la falta de ella), la soledad, la alienación… podrían, en potencial, porque a fin de cuenta no tiene tema alguno. Es pura representación mecánica. No hay ni un solo plano que evoque un pensamiento o una lectura más allá de lo que argumentalmente se está resolviendo en él. Lars y la chica real no es más que una película inútil, un ente cinematográfico que carece de un ser estético que le de identidad o sustento propios.