Peliculas

Oppenheimer

De: Christopher Nolan

Puede parecer un lujo irresponsable hacer comentarios negativos sobre una película de Christopher Nolan en el año 2023, donde lo qué más ve la gente son la caterva de producciones irrelevantes de Netflix y con una industria del cine ya no sabe para donde salir. Pero no creo que se pueda defender una película por el solo hecho de ser superior a gran parte de la producción actual. Oppenheimer es la película menos interesante del realizador en muchos aspectos, principalmente en lo formal, y con eso ya necesariamente pierde gran parte de lo que un espectador ha venido a buscar.

Christopher Nolan es un cineasta muy exitoso que ha logrado funcionar en taquilla a pesar de tener un estilo muy marcado y apostar a tramas complejas. Aunque parezca raro, su obra divide aguas y es amado y odiado por los cinéfilos de todo el mundo. Oppenheimer no es una película particularmente polémica ni extrema, más bien es una película muy estándar con un poco de juego temporal para darle algo de suspenso a una película cuya excusa principal tiene el final que todos conocemos. Si solo fuera una película sobre la bomba atómica sería difícil sorprender, pero a la vez sería más eficaz a la hora de reflexionar sobre ese tema. A Nolan la bomba como metáfora le gusta, porque es grande, descomunal y definitiva, cómo él quiere que sea su propio cine. El protagonista es un gran personaje y Nolan cree que es más importante que el Proyecto Manhattan. En algunos aspectos lo es, pero en otros no. Christopher Nolan no puede tolerar que un genio sea una pieza más del complejo y contradictorio entramado de la humanidad. Es una figura relevante, pero se debe resignar a hacer su parte. Christopher Nolan se identifica con él, se siente cómo él. Un genio atrapado en una maquinaria gigante, como un cineasta en el cine industrial.

Oppenheimer cumple con todos los lugares comunes del biopic. El pasado complicado, la genialidad incomprendida, la llamada para alcanzar la gloria y el desprecio y la caída luego de haber prestado un servicio. Lo tiene todo, la época en la estudiaba, los conflictos románticos y de familia, las lealtades y las traiciones, la lucha por alcanzar lo imposible y la angustia final de ser sometido a juicio por las razones equivocadas mientras el verdadero martirio, el que habita en la mente del protagonista, no es juzgado por nadie salvo él mismo. No está mal hacer una película de género, pero tampoco estamos frente a una obra de arte única e inimitable. Pasar del color al blanco y negro y narrar, en un montaje paralelo que abarca toda la película, diferentes épocas de la vida de Oppenheimer (Cillian Murphy) y su relación con Lewis Strauss (Robert Downey Jr.), quien será el segundo personaje en importancia en la película. La película decide dejar en un tercer lugar a Leslie Groves (Matt Damon) el militar a cargo del proyecto Manhattan, quien eligió a Oppenheimer para dirigir el proyecto. La película es sobre la bomba y sobre las audiencias a las que fue sometido Oppenheimer luego de la guerra debido a su ideología política.

Las dos historias centrales de la película funcionan por separado pero es un poco forzado el mezclarlas. Aunque sean sobre la misma persona, una necesita demasiada presencia de otro personaje para tener sentido y por eso es más difícil de justificar. Ni hablar de la vida privada de Oppenheimer, que le agrega otra hora al metraje y ahí sí Nolan no se priva de los lugares comunes y las tonterías más obvias. No es un director que sepa como lidiar con esas cosas y se nota. Ya la película es demasiado dialogada y hablada, quitándole el peso visual de otros largometrajes del director. En 1989 Roland Joffé dirigió Fabricantes de sombras (Fat Man and Little Boy), que cuenta la misma historia, pero centrada en Groves (Paul Newman) y Oppenheimer (Dwight Schultz) y con una narración mucho más sencilla pero a la vez más contundente. El personaje de Albert Einstein (Tom Conti) es otro ejemplo de cliché para la tribuna, al igual que la mención inútil a John F. Kennedy. La película se mueve entre la potencia y la academia, entre la ambición y la rutina. Christopher Nolan realiza su película más común, una de esas que podría haber dirigido otro director con mucho oficio pero que lo alejan de su rol de autor más importante de la industria, un título que él y sus fans consideran le corresponde. Oppenheimer cuenta una historia extraordinaria y la convierte en una película para la temporada de premios, aunque no de las malas. Los enormes dilemas de una de las empresas más ambiciosas del siglo XX podrían haber tenido un destino mejor, no sólo algunas palabras y miradas conflictuadas. El elenco es gigante, tanto que para roles pequeños aparecen actores demasiado famosos, un recurso con destino de distracción, más que de buen casting.